13 de noviembre de 2009

Clàudia



No hay textos
que escribir cuando
te vemos reir,

ni obras que alumbrar
cuando escuchamos tu
voz de lavanda,

ni biografías
de hombres a emular cuando
nos abrazamos.

Tan sólo estás tú.
(Y nosotros sintiendo
un puro esplendor)