24 de diciembre de 2009

(y III) El análisis de Frank Furedi sobre la situación actual de la educación



"El sexto capítulo trata sobre la pérdida de fe en la educación o, para ser más concretos, en el contenido intelectual de la educación. Aquí Furedi, analiza con agudeza el cambio que supone pasar de centrarse en la noción de aprendizaje en vez de en la de educación, un cambio que ha permitido al gobierno de Blair realizar el programa social del thatcherismo. El objetivo fundamental de la ofensiva de los partidarios del aprendizaje ha sido el conocimiento intelectual, la presencia del cual en el currículum se ve como regresiva y antigualitaria. Furedi no puede disimular su estupefacción enfrente del hecho de que los nuevos partidarios del igualitarismo acaben coincidiendo con el elitismo del siglo XIX. Soporte de esta tendencia es una progresiva desaparición de la noción de verdad y la imposibilidad de distinguir claramente las nociones de conocimiento e información. La característica fundamental de los teóricos de la educación parece ser una añoranza inconfesada del determinismo. Los tiempos optimistas de la tercera república han pasado y la educación en un sentido ilustrado del término ya no es la solución sino el problema.
El séptimo capítulo se llama "un infeliz giro a la felicidad", y habla de la progresiva terapización de la enseñanza que ha llevado a calificar como síndromes, es decir patologías, sensaciones tan ancestrales como la de estar nervioso antes de hacer un examen. El inefable Rogers, autor de afirmaciones como que nadie tendría que aprender nada que no le pareciera relevante, es aquí el blanco preferente de sus críticas. Furedi aquí coincide con Luri al señalar el excesivo peso que la psicología está adquiriendo en la pedagogía. Nuevamente, la cuestión emergente es la de la falta del sentido, para el cual el remedio ha sido a menudo la terapia. Para Furedi, este tipo de educación es esencialmente amoral ya que el tratamiento del yo acaba convirtiéndose en una finalidad en ella misma, desligada de cualquier compromiso con un sistema de creencias y valores. Todo lleva, otra vez, a la definición de nuevas paradojas. Mientras más intenta la escuela llevar a cabo la imposible finalidad de enseñar a los niños a ser felices, la felicidad no se enseña nos recuerda Furedi, más aleja a los niños de la posibilidad de realizar tareas donde expresen su potencial y que por tanto les acerque a una auténtica felicidad. La situación de hecho es la peor posible: uno ha engendrado una escuela intrínsecamente amoral pero intensamente moralizante".

Afortunadamente, en este mundo educativo gobernado en la actualidad por las invenciones del "lobby pedagogista", hay individuos como Furedi capaces de mostrar la íntima vinculación entre el aparente progresismo y el más rancio elitismo clasista así como las peligrosas aporías a las que la pseudociencia pedagógica y sus gestores neoliberales y progresistas está conduciendo ya a varias generaciones de alumnos. Alumnos de las clases más desfavorecidas que ya están pagando, y seguirán pagando en el futuro, el precio de este experimento social.

Gracias a Jordi por acercarme a este autor.