6 de abril de 2011

6 de abril de 2011: David González y ¿el valor intrínseco de la poesía?


David González se quejaba hace unos días, amargamente, en su Blog de que "da igual que lo que escribas sea, digamos, la puta hostia. Lo que importa son los contactos. Lo que importa son los premios, amañados, que hayas ganado. Lo que importa son los padrinos que te hayan bautizado. Lo que importa es que seas hijo de fulanito y menganita. Lo que importa es que vayas con los de la feria y vengas con los del mercado. Lo que importa es lo que puedas ofrecer, cualquier cosa menos poesía". No será uno quien le vaya a enmendar la plana a este buen amigo y gran escritor pero sí sorprende que conserve casi intacta su buena voluntad (o también ingenuidad).

Uno ha escrito ya algunas veces sobre el negocio de la poesía, un campo económico en el que participan editores, críticos y muchos, muchísimos poetas (y la mayoría de los que no participan arden en deseos de formar parte de él) y en el que se pone en juego capital económico y simbólico, especialmente el primero. No cabe añadir demasiado más salvo que un análisis cuidado y contundente puede hallarse en Las reglas del arte de Bourdieu.

Es por eso que siempre me ha parecido preferible vivir de alguna otra cosa que no sea la literatura aunque en su momento ganas no faltaron. Te ahorras disgustos, ganas en independencia y no padeces tanto por ver pisoteado el valor intrínseco del texto poético a manos de los factores contextuales como esos editores que descubres utilizan como criterio del valor poético de la obra sus posibilidades comerciales aunque luego digan dedicarse a su oficio por amor al arte, o esos críticos convenientemente agasajados para obtener favorables juicios que incrementen el valor posible del texto publicado.

También le ayudaría, quizás, a David, como a muchos otros, incluido uno, ir abandonando aunque cueste, la idea de que el texto literario, por sí mismo, independientemente de la posición del autor en el campo literario y del estado de éste y sus luchas y envites, atesora un valor que sólo el contexto pervierte y manipula.

Pudiera ser así. Sin embargo, en el actual estado del campo tal vez merezca más la pena considerar plausible la hipótesis de que el texto literario recibe su valor casi exclusivamente del contexto histórico.

Aparte de sonar razonable redimensiona un poco las angustias...