29 de mayo de 2011

29 de mayo de 2011: Primavera sound y fin de la acampada


Anoche en el "Primavera sound" más atentos que en otras ocasiones al entorno. En los dos años que han pasado desde nuestra última presencia en el Festival han crecido una serie de rascacielos espectaculares y arquitectónicamente audaces en la zona final de la Diagonal, en las inmediaciones del Fòrum, ese vasto parque duro, de diseño, con playas de cemento y arbolados de hormigón. El horizonte, que se completa de espaldas al mar, con las antiguas chimeneas colosales de FECSA que rodean la llamada "playa de Chernobil", produce una imagen semejante, como advierte Esther, a ese mundo de Blade runner que la mayoría presentimos pero que nunca parece advenir.

Multitud de ejemplares de las diversas tribus urbanas y la certidumbre de que a menos de un par de kilómetros otros dos mundos muy diferentes se yuxtaponían a éste aumentaban la sensación de realidad anómala e inconexa de la película de Ridley Scott: los miles de seguidores del Barça que veían el partido en pantalla gigante en Arc de Triomf y los acampados de Plaça de Catalunya.

A medio camino entre unos y otros (camisetas del Barça aquí y allá, carteles de solidaridad con los "indignados" trufando las vallas de separación de espacios) una abigarrada multitud multiétnica con predominio del habla inglesa. Como además nos colamos en la zona VIP de Adidas y disfrutamos de la primera línea de playa dura en unas hamacas alejados del bullicio y del sonido, separados de la masa de asistentes de a pie por una simple valla y unos cuantos agentes de seguridad, y pudimos observar alrededor la enorme cantidad de móviles de pantalla táctil en funcionamiento con Facebook (sobre todo) y Twitter a la vista en todos los lugares que visitamos, la percepción de un espacio desquiciado, atomizado y cuarterado, tomó definitivamente nuestra percepción: ha quedado cristalizada en nuestra memoria.

Barcelona era ayer un espacio multidimensional (metafóricamente hablando) en el cual tres grandes nodos atraían a grandes concentraciones de individuos ("unidades de carbono" que se diría en Star Trek) y miles de pequeños a grupos más reducidos. Y entre ellos, interconectándolos, pues no son mónadas, miles de pasarelas a distintos niveles por las cuales fluíamos.

Por lo que hace a las actuaciones. Extraordinarios Fleet Foxes: todavía mejores en directo que en disco, que ya es decir. Asombroso cómo las voces empastadas se conservaron en vivo, cómo no se produjo ningún desafinamiento perceptible para un oyente medio y cómo sus armonías vocales se enriquecieron con un buen trabajo rítmico, casi imperceptible en estudio, para producir una sensación de agilidad y variedad sorprendente.

Más discreta la encantadora P.J. Harvey que a uno le pareció mucho más floja que en estudio. No aguantamos todo el concierto pese a su extraordinaria voz y sus melodías encantadoras.

Regulares Mogwai. Sus cataratas de sonido acabaron siendo monótonas pasada la primera media hora. A un fan suyo como el que escribe no le aburrieron pero hay que reconocer que la gracia estribaba en la repetición, lo cual no siempre tiene "gracia".

Por último, la gran sorpresa la tuvimos de la mano de Ricardo Fernández, probablemente el mayor erudito en música popular contemporánea que he conocido y del que tenga noticia. Asistimos al concierto de Einstürzende Neubauten un veterano grupo alemán de rock postindustrial (?) sensacional por su originalidad, tenacidad y sentido del humor. Respecto a su calidad no puede uno emitir juicio alguno.