27 de agosto de 2011

Transparencia, reconciliación y bancos


Hoy, la luz de final de verano - la luz de septiembre - gobierna la ciudad. El viento del norte limpia las calles a su paso para que la transparencia acampe entre nosotros. Esponjosas nubes parecen llamarnos y resulta imposible sustraerse a su invocación: miramos su suave deslizarse por un cielo que se aleja pero que aun nos pertenece, aun parece cercano.

Es tanta la ilusión de pertenencia mutua entre uno y el mundo, tanta la ilusión de armonía que fluye entre la hiedra, que puede entenderse a los poetas que hacen de la esperanza en la reconciliación el centro visible o invisible de sus versos.

Sin embargo, a última hora, una notificación del banco quiebra sin margen para la duda la ilusión. No queda más remedio que preguntarse si esos poetas no reciben cartas de sus usureros o si las reciben con otras cifras y palabras inscritas en ellas, pues si las reciben como ésta que está sobre la mesa es que la estupidez es, también, una gran fuente de inspiración poética.