30 de septiembre de 2011

Leyendo a Dorothy Porter (I)


Otra de las lecturas del verano fue la traducción al castellano de Enrique de Hériz de The Monkey's Mask una de las novelas negras en verso de Dorothy Porter.

De la pasión de uno por la tal vez mal llamada "poesía narrativa" debe de haber quedado constancia en estos años. Denostada por muchos editores que confunden la poesía con la acumulación caótica de adjetivos y substantivos a fin de producir "arriesgadas metáforas" (¡y tan arriesgadas!) o soniquetes en forma de ritmo, cadencia, acento, rima, etc., algunas de las más grandes obras de la lírica contemporánea responden a esta "tendencia": desde los Cantos de Pound al Omeros de Walcott o las Noches Prusianas de Solzhenitsyn. Eso para no aducir su supremacía si se cuenta que las obras mayores de la poesía humana, comenzando por la Ilíada y la Odisea y siguiendo por La Eneida, La Divina Comedia, el Mahabharata, el Cantar del Mío Cid o El paraíso perdido son obras puras de narratividad poética.

Pero fruto de la alianza entre romanticismo, vanguardias e intereses editoriales, comerciales y de poder en el campo literario, la narratividad en poesía sufre, en este país, un cierto menosprecio. Si en un poema se halla un "salió, cerró con llave y abrió su coche" por muy endecasílabo que sea, ciertos críticos, editores y poetas fruncirán el ceño y preferirán un "naufragar en los rincones de una boca" o "un buque zarpa con los riñones deshechos" o, peor, un "el desaliñado manto substancial de tus ojos".

De ahí que tenga un especial valor la apuesta de "La otra orilla" de publicar la novela negra en verso de Porter. Aunque uno no pueda subscribir por completo el entusiasta juicio del traductor acerca de la capacidad de subsistencia de todos los poemas del volumen por sí mismos, desgajados de la trama, y a pesar de que uno pueda creer que hay una excesiva supeditación de lo poético a lo narrativo porque la forma escogida es tensa y enormemente difícil y exige concesiones difíciles de armonizar, esta misma dificultad es la que le confiere grandeza y envergadura a la obra de Porter: escribir una novela negra en verso es casi un imposible y, con todos los defectos y críticas que se le puedan hacer desde cualquiera de los dos géneros, esta empresa es, sencillamente, colosal y valerosa. Sólo por eso merece mi más profunda admiración.