30 de diciembre de 2011

La entidad del mundo


Nunca queda tan desleído el cemento del mundo como cuando tu hermano menor enferma de gravedad. Entonces la naturaleza, sus presuntas leyes y el universo humano que sustentan devienen grotescos apuntes inacabados. El ser se acuclilla y sólo lo que debería ser adquiere entidad.

29 de diciembre de 2011

Sin tiempo y sin aliento


Días de clínica y ajetreos diveros. Sin tiempo para leer ni para escribir. Sin aliento para según qué.

27 de diciembre de 2011

Eticidad y sufrimiento


Ajenos a lo que sucede realmente en las mentes y los cuerpos de nuestros semejantes más que nunca sigue siendo un imperativo conservar la capacidad de representarnos el sufrimiento de los demás: sin él ninguna eticidad será posible.

25 de diciembre de 2011

Nochebuena


Ayer pude recoger a mi hermano en el aeropuerto. El momento más feliz de estos últimos tiempos. Con él, mamá, Esther, Clàudia y Marc alrededor de la mesa supe que estábamos viviendo una nuestras últimas cenas todos juntos. Espero que pasen bastantes años hasta que esta evidencia se haga patente pero no cabe ninguna duda: quedan muchas menos en el horizonte que las que ya se acumulan en nuestras espaldas. También tuve tiempo para recordar, como siempre, al único ausente: mi padre. Por lo demás, que se acaben pronto las Navidades religiosas. Y las comerciales ya.

24 de diciembre de 2011

Del justo lugar de la poesía y la literatura en general


La impresión de que la poesía y lo literario en general pudieran ser, ante todo, un residuo, un añadido (o excrecencia) de la facticidad, de la vida, sigue acumulando hechos a su favor.

Hace tiempo uno llegó a la conclusión de que entre los motivos por los que no había escrito nunca un poema erótico se encontraba la evidencia de que cuando se disfrutaba de una relación sexual de lo último que venían ganas era de escribir un poema.

Algo semejante aconteció con la muerte del padre y lo elegíaco. Sólo mucho después de su fallecimiento, a modo de residuo exigido por el duelo, surgió la necesidad de escribir un libro de poemas sobre él. Cuando uno estaba sumergido en el dolor la literatura sobraba.

Ahora, mi hermano ha sido ingresado de urgencia en una clínica y de lo que menos ha tenido ganas uno era de leer y mucho menos de escribir y poesía además. Deja constancia de este hecho ahora que ha dejado momentáneamente el internamiento hospitalario para pasar estas "entrañables fiestas" con nosotros y entonces ha surgido la necesidad de plasmar la circunstancia y la reflexión en este cuaderno. Cuando vuelva para ser operado, si no hay líneas programadas de antemano nada, me temo, podrá escribirse aquí.

Entre vida y literatura (o poesía) se va haciendo patente, cada día que pasa, que hay, no incompatibilidad sino más bien diferencia, heterogeneidad feroz, casi absoluta: si vives difícilmente escribes.

21 de diciembre de 2011

Impago


Hoy ha sucedido algo que temía pero que uno pensaba que no llegaría a suceder: la Generalitat no sólo no nos ha pagado la retribución correspondiente a los seis últimos meses en forma de paga extra sino que, además, ha deducido el IRPF de esta paga impagada del importe de la nómina normal del mes de diciembre con lo cual todos hemos cobrado centenares de euros menos de lo que nos correspondía. ¡Espectacular! Pronto no cobraremos y seguiremos sin saber qué hacer...

20 de diciembre de 2011

Por donde pasa la poesía


Vía correo electrónico de Viktor Gómez llega la noticia de la publicación del volumen Por donde pasa la poesía. 70 autores de heterogénea tradición y práctica poética, de Latinoamérica, la Península y las Islas, en castellano, catalán e inglés, reunidos en torno al buen hacer de la librería Primado y la Asociación Caudal que, desde Valencia, se han constituido en un núcleo de dinamización de actividad poética francamente interesante. A ver.

18 de diciembre de 2011

Invitaciones poéticas


La suerte le ha acompañado estos días a uno. Ana Patricia Moya y Ana Pérez Cañamares enviaron, cada una por su lado, sendas invitaciones para participar en dos volúmenes colectivos uno sobre poesía erótica y el otro de homenaje (o recuerdo) a los brigadistas que combatieron en España durante la Guerra Civil.

Escribir poemas "por encargo", o mejor, por invitación, ad hoc, no se le da a uno bien. Lo hizo en un par de ocasiones (la invasión de Irak y el 11-M) aprovechando fragmentos que ya tenía confeccionados para textos temáticamente cercanos con resultados discretos y mucho trabajo. Después, ni una de las invitaciones que tan amablemente me han cursado ha dado ningún fruto: no he sido capaz de estar a la altura y todos los textos construidos para las diversas ocasiones han quedado incompletos o han acabado en la "Papelera de reciclaje".

Afortunadamente, llevaba tiempo dándole vueltas a una serie de poemas que admitirían el calificativo de eróticos y, también, a uno sobre la "Guerra Civil de mi abuelo" así que acepté y manos a la obra. Y aunque el compromiso de escribirlos ha llevado a más de una parálisis y algún que otro intento de abandono el poema erótico está concluido y en manos de Ana Patricia y el de los brigadistas está a punto de concluir su primera redacción.

Un éxito. Los dados han girado en el mejor sentido posible. Es difícil saber si lo volverán a hacer pronto...

16 de diciembre de 2011

Clàudia muestra su desconcierto


Clàudia, como buena hija, lee este cuaderno. Pobre... Las servidumbres de la filiación no son mucho menores que las de la paternidad. En cualquier caso, el otro día me mostró su perplejidad por el tono "marxista" de mis últimas entradas. Casi sonó a reproche cuando uno se ha pasado los últimos años denunciando los totalitarismos.

El asunto es que, simplificando, uno intenta mantener un compromiso activo con "lo político", con ciertos ideales máximamente universales que se condensan en conceptos como los de "justicia", "lucha contra el sufrimiento" o "libertad" y eso no es propiedad de ninguna ideología. A veces este compromiso lleva a una coincidencia con las descripciones marxistas e incluso con sus metodologías de práctica política. Pero otras veces no. También pasa con el anarquismo y el liberalismo que, ya dije, se ofrecen como los caminos transitables más al alcance si se quiere apartar la tentación totalitaria.

Por otra parte, tal vez inadvertidamente se esté inclinando uno a darles más espacio a estas descripciones. Puede ser pero si así fuera tampoco sería más que el resultado de lo que uno viene denunciando desde hace tiempo: si se vacía el ya de por sí delgado contenido democrático de nuestros sistemas políticos y no se compensa a los asalariados con unas condiciones de vida que compensen su desgaste psicofísico y simbólico, la salida que se va a dejar a la mayoría no será otra que poner su fe en las propuestas revolucionarias y abandonar el reformismo con el que se intentó frenar el totalitarismo.

¿Estará ocurriendo eso en quien escribe? Si es así es un mal síntoma: significaría que uno ha perdido la paciencia y la esperanza en que la mejora de las condiciones de vida de nuestros conciudadanos y de la humanidad en general puede ser lograda sin pagar un precio desmesuradamente alto en términos de sufrimiento. Mal iríamos...

Esperemos que sea simplemente el resultado de la coincidencia entre el análisis racional que uno realiza y las doctrinas revolucionarias del XIX: una coincidencia que resulta del hecho de que, en algunos aspectos (bastantes, muchos), sus descripciones se ajustan mejor a la experiencia que otras que se nos ofrecen.

15 de diciembre de 2011

Cuatro tesis sobre el "trabajo"


El otro día Arturo Borra, en su Blog, desplegaba cuatro interesantes "tesis" acerca del trabajo en el capitalismo con las cuales uno coincide en el fondo que no en la forma y en el lenguaje utilizado: cosas de la deformación filosófica.

Aunque uno modificaría el término "trabajador" por el de "asalariado", las tesis reafirman la eficacia, en ciertos ámbitos, de las descripciones que heredan su aparato conceptual de la tradición de las Internacionales del XIX.

Escribe Arturo:

"(...)
En las condiciones del capitalismo actual, a mi entender, necesitamos complementar esas tesis con algunas otras, especialmente a raíz de la presión creciente que ejerce la tasa de paro (notablemente elevada) sobre las clases trabajadoras:
  1. El terror de los trabajadores ante el creciente desempleo es funcional a la precarización laboral. Como forma disciplinaria, el paro permite el mantenimiento de los salarios en un nivel relativamente bajo y la disminución de expectativas y exigencias con respecto a las condiciones del trabajo por parte de los trabajadores. Puesto que hay “un ejército de reserva” –tal como anticipó Marx- dispuesto a sustituirnos, cualquier reivindicación de los trabajadores puede ser sancionada –y así ocurre habitualmente- mediante la amenaza, el despido o la degradación laboral...
  1. El deseo del trabajador parado por recuperar el trabajo (precarizado) que percibe como parte de su humanidad afianza un sistema que deshumaniza tanto a trabajadores como a no trabajadores. Perdiendo de vista otras dimensiones de la existencia social, el trabajador parado vive como privación no poder acceder a un trabajo precario que lo priva de dimensiones centrales de sí mismo. El estigma del paro se transfiere al sujeto que (sobre)valora lo que le falta y menosprecia lo que tiene...
  1. En nuestra cultura del trabajo, el trabajador activo y el trabajador parado están atrapados por esta centralización del trabajo como dimensión identitaria. Así como los parados se sienten despojados de su «humanidad» ligada al trabajo, los trabajadores activos no dejan de sentirse negados a sí mismos en dicho proceso laboral. Si a uno le falta esa dimensión identitaria, al otro le sobra: no sólo hay problemas de desempleo, sino también de subempleo y sobreempleo...
  1. En el capitalismo, los trabajadores se extrañan no sólo de otros trabajadores en activo (una de las dimensiones centrales del proceso de enajenación del trabajo) sino también de los trabajadores parados, vividos como amenaza a la propia estabilidad laboral. Los “profesionales” no son más que trabajadores intelectuales extrañados de otros trabajadores (reducidos al “trabajo manual”)... "
La argumentación desarrollada: aquí.

14 de diciembre de 2011

Corresponsabilidad


Ayer, en el programa del canal 33 "Singulars", el profesor de Economía de la Universitat de Barcelona Josep Maria Gay de Liébana, explicó con todo detalle la "crisis de la deuda". De su explicación uno retuvo un par de aspectos:

a) El montante de la deuda de las Administraciones Públicas, familias (o particulares) y empresas supone, en estos momentos, casi un 400% respecto al PIB del país;

b) La parte de endeudamiento que corresponde a los ciudadanos de a pie supone alrededor de 200 mil millones de euros más que la de las Administraciones Públicas y la de las empresas más de 500 mil millones de euros por encima de la de los particulares.

Vistas así las cosas, y teniendo en cuenta el volumen del PIB español actual (algo más de 1 billón de euros anuales), se sigue que:

- es imposible pagar lo que se debe: ni el Estado, ni las empresas ni los particulares pueden generar los recursos necesarios para hacerlo;
- en esta situación la principal responsabilidad, la política, ha sido de los gobernantes durante los últimos cuatro años (el amigo Zapatero y sus colegas del humo) pero los ciudadanos, casi todos, tenemos nuestra parte de corresponsabilidad, moral, en la medida en que nos hayamos endeudado por encima de nuestras posibilidades reales.

Frenar el consumo, el despilfarro de recursos y la especulación financiera a nivel doméstico es, en nuestra calidad de ciudadanos que consumen, un deber ético al que no le prestamos casi ninguna atención.

La entrevista aquí.

12 de diciembre de 2011

Los medios


Uno tiene la impresión de que entre los distintos papeles de los medios de comunicación en la fase actual del capitalismo financiero, tanto en las democracias administradas, como en las representativas o en las dictaduras, podemos encontrar, aparte de invertir y falsear interesadamente -ideológicamente- determinadas secuencias de acontecimientos para construir narraciones que mantengan el status quo o convertirse en agentes productores de stress para preservar la movilización constante de ese estado de excepción que garantiza nuestra productividad, la tarea de modelizar secciones de lo real, estilizarlas y, gracias al efecto de la redundancia, objetivarlas hasta convertirlas en una auténtica realidad objetiva.

No sólo generan necesidades, no sólo manipulan, no sólo estresan sino que tambien establecen los parámetros de lo objetivamente real.

11 de diciembre de 2011

De lo dicho


Y alguien podría pensar de lo dicho sobre el colapso del capitalismo: ¿para ese viaje necesitábamos tantas alforjas? Pues quizás no pero apoyar una "modesta verdad de hecho", que no cabe ilusionarse en exceso y es preferible -racionalmente hablando- proseguir sin desanimarse con la ciclópea e inacabable tarea de luchar contra la injusticia y el sufrimiento, no es baladí o a uno no se lo parece. Si lo fuera otro gallo nos hubiera cantado...

10 de diciembre de 2011

¿Es razonable esperar un inminente colapso del capitalismo? (y III)


Marx creía que la fase final del capitalismo sería la subsunción de lo real al capital, una época que podría ser entendida, en cierto modo, como la de la mercantilización de lo real. En esa fase parece que nos hallaríamos en la actualidad cuando todo parece ser objeto de compra, venta y consumo. La esperanza de Marx y de algunos de sus seguidores radica en la suposición de que existe algo irreductible al capital, algo que no puede ser tratado como mercancía y que tiene que ver, evidentemente, con el ser humano y su voluntad emancipatoria: con la libertad, en última instancia.

Ahora bien. Precisamente la filosofía contemporánea ha mostrado el déficit de cualquier modelo substancialista: la imposibilidad de encontrar un fundamento puro y no tocado por la temporalidad histórica (en la cual se incluiría la biológica, por supuesto). Al mismo tiempo, también ha mostrado la imposibilidad de saturar los contextos, de cerrar las descripciones exhaustivamente y, consecuentemente, de establecer prognosis que no comporten un altísimo grado de riesgo, de imprevisibilidad. De estas dos aportaciones se seguiría que no habría más fundamento que el históricamente construido en un lenguaje y que esta historicidad y lingüisticidad no podrían ser totalizadas ni formalizadas. Sean cuales fueran las propiedades de lo que es, serían temporales y no serían agotables y clausurables en una estabilidad cerrada, redonda.

No habría libertad como fundamento último pero tampoco podríamos afirmar la viabilidad de una reproducción irrestricta e ilimitada del capitalismo.

¿Nos deja esto en manos de la creencia religiosa? ¿Hemos de renunciar a cualquier esperanza racional y mantener su llama en el ámbito de lo emocional o lo sagrado? Esta parece ser una opción en alza entre muchos ex-relativistas y otra gente de mal vivir. Sin embargo, la esperanza religiosa (que alienta también la utopía) sigue siendo peligrosa: se comienza esperando irracionalmente y, al final, se asesina o, peor, no se pagan los impuestos.

De acuerdo con lo dicho anteriormente parece que hay una opción razonable que suscita menos entusiasmo pero que permitiría abrigar una moderada esperanza: no sería inminente el colapso del capitalismo a escala planetaria pero tampoco tendría una proteica e infinita capacidad de convertirlo todo en materia de intercambio.

Si fuera así sólo cabría perseverar en la lucha por la justicia, la emancipación y la fraternidad humana sin vanas esperanzas pero sin desanimarse.

9 de diciembre de 2011

¿Es razonable esperar un inminente colapso del capitalismo? (II)


Sin embargo, que una determinada percepción nos muestre que si atendemos a la descripción más aceptable de los hechos es poco probable que el "sistema" capitalista sea abandonado independientemente de su desplome en Europa no equivale a apostar por la entrega al fatalismo.

Por ejemplo, si abordamos el asunto desde un cierto punto de vista filosófico, el fatalismo pierde cualquier apoyo sólido como ya lo perdió en su momento la esperanza. Más bien habría que ser prudentes y apostar por lo imprevisible.

Dejando de lado la quiebra de las descripciones teleológicas o finalistas, como la marxista o la cristiana, ante la evidencia de su fracaso predictivo, la cuestión podría plantearse en términos de si el ser es irreductible al capital. Si lo fuera, como pensaba el buen Marx, habría un fundamento sobre el cual levantar una posible esperanza racional (si no fuera esto una contradicción). En caso contrario, nada se opondría a una continua regeneración endógena de un capitalismo que no toparía con límite alguno porque podría convertirlo absolutamente todo en moneda, en valor de cambio, en mercancía.

Así, ¿habría algún modo de ser que no sea susceptible de transformarse en valor de cambio? ¿Alguna capa del ser, de lo que existe -en sus múltiples modalidades y atributos- que no pudiera ser acumulada, incrementada o intercambiada y, consecuentemente, convertida en mercancía?

7 de diciembre de 2011

¿Es razonable esperar un inminente colapso del capitalismo? (I)


A propósito de la conveniencia de moderar la esperanza en el próximo y rápido derrumbe del capitalismo que parece correr de nuevo, fantasmagóricamente, por algunos rincones de Europa probablemente haya que preguntarse primero si cabe esperar, racionalmente hablando, no religiosamente, un inminente colapso de este sistema económico a tenor de lo que está pasando en Europa en los últimos meses y, en general, a partir de la crisis que emerge, oficialmente, con la quiebra de Lehmann Brothers.

Y al plantearse la pregunta caben muchos niveles de respuesta posibles, evidentemente, pero uno cree que, al menos, al establecer el dominio de una posible respuesta debe tenerse en cuenta la constatación empírica más o menos consensuable de la situación actual.

En ese caso, cifrar los anhelos del derrumbe del capitalismo en el hundimiento de las economías europeas es, probablemente, una muestra de ingenuidad etnocéntrica. Puede que éstas se desplomen y que una gran Depresión se instale en el continente. Sin embargo, ¿alguien en su sano juicio cree que el resto del mundo en ebullición, las economías emergentes, abandonarán el sistema capitalista ante la perspectiva de ese previsible futuro que, suponemos, tarde o temprano les llegaría?

Siendo razonables: si en Europa el modo de producción capitalista concluyera, en las tres cuartas partes del mundo continuaría y uno duda que cualquier alternativa que una pequeña porción del mundo como la Europa postcapitalista pudiera generar llegara a imponerse. Y aunque así fuera hemos de recordar qué les pasó a revoluciones nacientes como la rusa en 1917, la vietnamita o la nicaragüense.

5 de diciembre de 2011

El saber ocupa lugar: Cronenberg


Tras el fiasco de El árbol de la vida de Malick uno ha pasado una temporada ocupado en clásicos y películas suministradas por la Comunidad hasta ayer en que pagó religiosamente los ocho euros de rigor para ver Un método peligroso.

Con Cronenberg, como con Lynch, uno ha tenido siempre siempre una cierta prevención. La singularidad de su universo visual y narrativo era en ocasiones gozoso y en otras insoportable como por ejemplo en Inseparables o El almuerzo desnudo. No obstante, desde Crash y las quizás menores pero interesantes Promesas del este o Una historia de violencia cada vez ha podido más su maestría conforme se ha liberado de su simbología excesiva.

Los comentarios de José Angel Barrueco a la película acabaron por disipar cualquier duda. Y lo cierto es que fue una experiencia sumamente agradable que le retrotrajo a uno a aquellos ochenta en los que se pasaba tardes enteras en la Filmoteca entre producciones sesudas que se extendían a través de inacabables tertulias en los bares cercanos una vez acabada la sesión propiamente dicha.

Tan sólo hubo una pega. En el "cine forum" posterior se demostró que el saber ocupa lugar y que el conocimiento de la cotidianidad del asalariado turista de la República de las Letras que ahora soy ocupa el lugar que antes tenía la erudición, la cita y el detalle. No fui capaz de argumentar razonablemente algo que creía recordar muy bien: los motivos ideológicos (desconocía los microhistóricos que, al parecer, muestra la película de Cronenberg) de la discrepancia entre Freud y Jung. Tan sólo pude aducir, como lector devoto del primero, algunas vagas nociones que se escoraron -aprovechando las contraposiciones que muestra Cronenberg entre el burgués acomodado Jung y el burgués pobre Freud, entre el ario Jung y el judío Freud- del lado del vienés como ya hizo uno de joven.

La vida del que no tiene más patrimonio que su fuerza de trabajo es incompatible con la preservación del saber erudito, con la conservación de la Ilustración. Nueva razón para suspirar por el acabamiento de esta opresión...

3 de diciembre de 2011

¿Estertores apocalípticos?


Si nos pasamos el día profetizando la agonía del capitalismo y su próximo final apocalíptico puede ocurrirnos como a los primitivos cristianos: que muramos sin haber visto la llegada de ese día.

Y el problema no es no verlo, que también, sino que nuestras advertencias caigan en saco roto al modo de "Pedro y el lobo" y acaben siendo parodiados los fundamentos en los que se apoyan por obsesionarnos en declararlo como inmediato y darlo por ya aniquilado cuando quizás su salud, maltrecha o no, no esté para darle la extremaunción.

Mejor abanadonar la letanía de los consabidos "estertores del capitalismo" por si acaso y recordar, de paso, para no emocionarse más de la cuenta, que el apocalipsis siempre ha acontecido ya.

2 de diciembre de 2011

Riechmann en el tren


Belleza en medio de tanta preocupación, negros vaticinios y progreso de las "fuerzas del mal". En el tren, por la costa, al amparo del frío y bello mediterráneo de diciembre, leyendo Futuralgia de Riechmann. Ahora sólo leo esta poesía reunida del hombre de quien aprendí a volver a escribir versos. Tampoco apetece otra cosa. Es un bálsamo. Al acabar un poema una mirada al mar y a seguir luchando.

1 de diciembre de 2011

Un poema de Víktor Gómez




"de la derrumbada casa

abierta en el follaje otoñal

preguntaría


preguntaría

por los niños por los libros

por la madre por el calor"

(Detrás de la casa en ruinas, Amargord 2010).