El, para uno, insustancial debate "¿monarquía o república?" - por lo menos por lo que hace al punto de vista de la justicia social, el cambio de modo de producción y distribución de los recursos o incluso la profundización de la democracia (no se ve que en Brasil, Indonesia, Cuba o Mexico en ésta tenga incidencia alguna la opción republicana) - que se ha vuelto a atizar mediáticamente en este país en las últimas semanas, parece estar aquejado de falta de sentido del humor, distancia histórica y sentido común.
En
El País de hoy John Carlin, con su agudeza habitual, ha puesto un cuerdo granito de arena en este debate mistificado diciendo con más gracia y menos enrevesamiento algo de lo que uno tenía pensado y mucho más:
"El rey ha caído en el desprestigio —si lo hemos entendido bien—
debido a la percepción de que, mientras cinco millones de sus súbditos
están en el paro, él se está dando la gran vida; tocando el violín, como
Nerón, mientras la ciudad arde. Bueno, vale. Pero darse la gran vida es
lo que los reyes hacen; es lo que esperamos de ellos, ¿no? Irse de
safari a coleccionar trofeos para adornar las paredes de sus palacios es
lo que han hecho toda la vida. ¿O acaso queremos que, para demostrar
solidaridad con el pueblo, nuestro rey se mude a una urbanización con
piscina compartida en las afueras de Madrid y se pase el otoño sus días
encerrado en casa viendo programas de cotilleo —o documentales de
animales africanos— en la televisión?
Si hubiera pagado el viaje con dinero de nuestros impuestos sería,
quizá, otra cosa pero, según se entiende, fue a Botsuana invitado por un
amigo árabe. El rey no dispone de los recursos propios para poder darse
semejantes lujos. Comparado con otros monarcas vive en la más elemental
austeridad. Su sueldo, como se reveló hace poco, no supera los 300.000
euros al año, antes de impuestos. O sea, podríamos pagarle a él y a sus
herederos durante un siglo con lo que le costó al Real Madrid el verano
pasado el fichaje de Fabio Coentrão, o durante dos con lo que desembolsó
el Barcelona hace tres años por Ibrahimovic.
Y olvidémonos del inescrutable mundo de los fichajes. El sueldo de
Coentrão debe de superar al del rey de España por un factor de, al
menos, seis; los de Messi o Cristiano por un factor de 33. Es verdad que
Messi y Cristiano han llegado a donde han llegado por méritos propios y
se les paga lo que las leyes del mercado determinan. El placer y la
satisfacción y la sensación de gloria compartida que nos ofrecen tienen
su recompensa financiera. Lo que ofrece el rey puede que sea más difícil
de medir pero si es verdad, como dijo Mariano Rajoy esta semana, que es
un gran “embajador” para España, que su prestigio es un factor
unificador en el mundo de habla hispana, pues igual el sueldo que le
pagamos es una ganga.
Además, los supuestos excesos del rey son poca cosa al lado de los de
nuestros grandes futbolistas. Ellos acumulan flotas de lujosos coches,
viven en espectaculares mansiones, salen con mujeres que lucen vestidos
que valen más de lo que cuesta un viaje al sur de África, pero a nadie
se le ocurre que derrochar dinero de esta manera en tiempos de crisis es
un escándalo o, incluso, de mal gusto. Con tal de que se trate de un
jugador de fútbol y no un rey."