30 de mayo de 2012

Egipto

Hace meses uno manifestó su escepticismo acerca de la llamada "primavera árabe", especialmente a propósito de lo sucedido en Egipto. La interpretación mediática acerca de una revolución desde las redes sociales, impulsasda por la tecnología que hará a los humanos más libres e impregnada de valores ilustrados está agotándose incluso paran los propios agentes productores de información. Tras la primera vuelta de las elecciones la opción es clara: o los Hermanos Musulmanes y la República Islámica o volver atrás hacia Mubarak y la tutela militar que impide el acceso del intergismo.

Pero ¿de verdad alguien se creía que acabaría de otra manera?

29 de mayo de 2012

Los límites de la responsabilidad individual son su fundamento


Caería de suyo que la insistencia de uno en rechazar la minimización de la responsabilidad de la sociedad civil en la actual situación de crisis capitalista implica que la asunción de responsabilidades debe ser clara y estricta.

Así, en la pseudo quiebra de Bankia, que en unos días engullirá los profundos recortes practicados por el Estado en Educación y Sanidad y provocará otros nuevos, los ciudadanos no hemos tenido responsabilidad alguna. Toda recae en los ejecutivos y gestores de la entidad que deberían ser procesados no por incompetentes e inútiles sino por haber causado un grave perjuicio económico a millones de ciudadanos.

28 de mayo de 2012

La pornográfica beneficencia de las élites culturales


Ayer, ejercicio de pornográfica beneficencia, autocomplaciente además, de la Televisión Pública Catalana: "Maratón contra la pobreza" que en nada hubo de envidiar las campañas del Domund, Cáritas y demás de la Iglesia católica.

A anotar, en opinión de uno, que el ejercicio acrítico y limosnero fue protagonizado no por los ciudadanos corrientes y molientes sino por las élites lucradas con el negocio del espectáculo que, evidentemente, como banqueros y políticos, no notan el peso de la reestructuración: siempre se necesita "circo". Actores, músciso, deportistas, periodistas y "comunicadores" limpiaron su conciencia mediante una demostración patética de caridad católica de la peor estofa: de aquella que no se quiere reconocer como tal.

26 de mayo de 2012

Memoria de Sain Andrews (VII): las gaviotas y el Tesco


17 de julio de 2011. Segunda parte.

Tan sólo se oyen las gaviotas. En Saint Andrews la población de gaviotas es notable y su presencia agradable y constante. Llenan con sus graznidos las primeras horas de la mañana en las escasas calles transitadas apagando los motores de los coches y a mediodía y por la tarde se adueñan de las calles centrales (North Street, Market Street, South Street). Dependiendo de la hora, si hay poca gente deambulando por estas calles le confieren un hermoso aspecto deshabitado y fantasmal. Afortunadamente, double bind del ser, otra cara de la moneda, la idealización se amortigua: cuando hay pocos paseantes saquean las papeleras e inundan las calles de restos de comida, cartones, plásticos y latas de bebida.

Con todo, ahora, sentados en el patio, primera mañana en Saint Andrews, es momento de seguir cediendo a la literatura. Leo unas páginas, no revisadas o, al menos, no suficientemente corregidas, de Bolaño y luego un rato de Derrida antes de un clásico: la visita al TESCO para hacer la compra. Una visita en la que, ritualmente, las fresas de Perth o Angus de la variedad Sonata o de la Jubileo se convierten en el primer objeto de deseo y los ramos de flores en el segundo: lilas, rosas, crisantemos, margaritas, gladiolos, girasoles... Un rato examinando ramos baratos, prudentemente armónicos y en buen estado que sobrevivirán en perfectas condiciones muchos días. Cuando ya tenemos el ramo, a por la comida y, hacia el final de nuestra excursión, los ultimos objetos de goce: las siempre desconocidas cervezas inglesas y escocesas, con alguna thailandesa para no alejarse de los usos de casa, vinos (de Australia, Nueva Zelanda o Sudáfrica) y una albahaca fresca para tener a mano cuando cocinemos spaghettis.

Rutinas que consignar para cuando no recordemos estos insignificantes detalles que, sin embargo, nos aparecen, ahora, preñados de sentido aunque acontezcan en un espacio tan poco "literario" como el supermercado...

24 de mayo de 2012

Huelgas, Harich, Montale y Alvaro Valverde


Antesdeayer, en medio de los preparativos para la jornada de huelga contra la política educativa pública de los gobernantes actuales (van camino de emular al odiado Maragall que nos obligó a cinco huelgas) uno se preguntó cómo era posible que  sobre los libros del escritorio, Huesos de sepia de Montale y la antología Un centro fugitivo de Álvaro Valverde, ondeara flamante ¿Comunismo sin crecimiento?. ¿No hay lugar ahora para la poesía?

Hoy, una vez constatado el relativo éxito de la movilización, gran manifestación en Barcelona y seguimiento desigual de la huelga (en el estado actual es evidente que no nos podemos permitir que la Administración nos sustraiga más de cien euros más), sentado ante los volúmenes de Montale y Valverde observo el amarillento texto de Harich: lleno de subrayados, páginas dobladas, la portada arrugada en las esquinas, el lomo desgastado... Los otros dos están nuevos, impolutos.Y, sin embargo, hoy tampoco los abriré. Carezco de la disposición de espíritu necesaria.

La "alienación" hegeliana y, especialmente, su enriquecimiento por parte de Marx no le parecen a uno, a esta hora, conceptos tan inútiles e inadecuados para describir determinados estados de conciencia.

22 de mayo de 2012

Recordando a Wolfgang Harich (y II)


La recepción de Harich no fue nunca demasiado entusiasta. Los marxistas de tradición centroeuropea y los eurocomunistas le reprochaban su supuesto neoestalinismo (como hizo Manuel Sacristán en el "Prólogo" a ¿Comunismo sin crecimiento?) y su rechazo del componente utópico de la Idea Comunista, amparado en afirmaciones como éstas:

"En el sistema finito de la biosfera, en el que ha de integrarse el comunismo, la sociedad humana sólo puede encontrarse en una situación homeostática duradera, la cual no permite ni la prosecución de la dinámica del capitalismo o del socialismo, ni una libertad sin límites para el individuo. Cualquier idea acerca de la extinción futura del Estado es, por tanto, ilusoria" (trad. de Gustau Muñoz, p192).

Tampoco los marxistas ortodoxos de obediencia soviética, ni los anglosajones, soportaban su rechazo de la idea del crecimiento constante, de la concepción del comunismo como reino de la sobreabundancia y su pertinaz defensa del comunismo de la limitación, del racionamiento, de la carencia. Finalmente, una buena parte del naciente movimiento ecologista abominaba de la tradición marxista y, en consecuencia, Harich no era bienvenido en sus filas.

A los demás, las ideas de aquel comunista frío y desmotivador nos sonaban razonables pero indigestas. Puestos, preferíamos la verborrea del otro teórico innovador del pensamiento marxista originario de la DDR, Rudolf Bahro, próximo a las tesis del Marcuse final y también ecologista además de reconocido antiestalinista. Más que nada porque Bahro era un optimista y no un "cenizo" como Harich. Bahro hablaba de "excedentes", de "construcción", de "individuo", de "producción", de "desarrollo"... En la "Introducción" a La Alternativa en Europa Oriental. Una contribución a la crítica del socialismo actualmente existente escribía:

"La paz sólo podrá conquistarse, la elevación ulterior del hombre como especie y del individuo sólo podrá asegurarse, cuando desaparezcan las desigualdades de desarollo en cada país y en el mundo entero" (trad. de Gustau Muñoz, p15).

Eso sí nos placía.

Mas ahora, con el paso de los años, la gélida y lúcida prosa de aquel comunista incómodo que era Wolfgang Harich aun resuena, aunque lejana, en los oídos de uno mientras que la de Bahro hace tiempo que permanece, inmóvil, en los anaqueles de la biblioteca.

21 de mayo de 2012

Recordando a Wolfgang Harich (I)


El otro día, en una comida antes de una asamblea, uno recordó la figura de Wolfgang Harich, un teórico marxista de la extinta DDR del que pocos se acuerdan. Simplificando, la tesis que le convirtió, aparte de su participación en actividades disidentes, en un intelectual non grato en su país y, en general, en el panorama del pensamiento marxista de los setenta, fue que la sociedad comunista no sería, jamás, una sociedad de la abundancia, sino más bien una sociedad de la carestía, de la limitación, de la moderación. En ¿Comunismo sin crecimiento? desarrolló esta afirmación que rompía con la premisa teleológica del "de cada cual según sus posibilidades y a cada cuál según sus necesidades" que presidía la rama dominante de la doctrina marxista.

Hoy día, cuando las izquierdas y derechas realmente existentes nos intentan someter a la estéril dilemática austeridad/crecimiento no estaría de más, como ejercicio literario y terapéutico, releer a Harich que, por cierto, tampoco era un ecologista banal al uso: no es por una deificación de lo "natural" que pone límites a las posibilidades productivas.

Mi amigo Xavier, en su Blog, recupera más ampliamente su figura en una reflexión no exenta de sentido del humor. Escribe Xavier:

"Harich llegó para desencantarnos. Para despertarnos del sueño dogmático particular en que más de uno anduvimos en otros tiempos. Se atrevió a decirnos que eso del progreso indefinido  acaso fuera una quimera; que el modo de producción socialista quizás fuera más justo que el capitalista, pero no necesariamente más productivo; y que la ubérrima sociedad prometida no iba a ser posible porque, entre otras minucias, los recursos naturales no eran ilimitados. Y el creciente nivel de consumo aconsejaba empezar a pensar con urgencia en una racionalización de su uso y explotación. Y la única solución a todo eso pasaba por el comunismo y acababla en él.

Salta a la vista que no podía ser demasiado popular.Ni más allá ni más acá del muro; ni en los setenta ni mucho después. Como alemán oriental que era, le tocó pasar una larga temporada en el correccional. Ni Ulbricht ni Hoenecker eran tipos que se anduvieran con demasiadas contemplaciones. Aquí, la izquierda simplemente le ignoró: conais pas!

Tampoco hoy en día Harich está de moda. Era un marxista serio, lo cual ya es de por sí un  inconveniente insoslayable. Y además tirando a pesimista. Un cenizo, vamos."

20 de mayo de 2012

El día que dejé de comprar "El País"


Ayer, después de treinta y dos años de relativa fidelidad o. más bien. de costumbre inveterada, uno dejó de comprar El País. Para deshabituarse definitivamente y no experimentar "mono" supongo que seguirá rondando la edición digital pero se acabó la compra de la edición impresa.

En 1980 uno invertía sus escasos ingresos en la compra diaria de El País. Eran tiempos de un periódico que identificaba con el universo de la izquierda y tiempos en los García Márquez escribía pequeñas obras de arte en forma de artículos que luego estudiábamos como ejercicios de estilo. Eran tiempos en que preferías leer El País a según qué novelas.

A mediados de los ochenta, la identificación con el PSOE, la época en que se convirtió en el "BOE", llevó a que la compra se mantuviera pero sobre un fondo de disgusto. No obstante, como el suplemento cultural seguía siendo aceptable y, en el horizonte, no había alternativas el gasto continuó.

En los noventa, el giro mercantilista, ejemplificado en la inagotable defensa explícita de los intereses del grupo PRISA, y el descenso de calidad del suplemento cultural introdujeron las primeras restricciones: en verano no lo adquiría.

Con el nuevo milenio y el auge del zapaterismo, las compras se restringieron al fin de semana y, cuando uno descubrió el suplemento literario de ABC, quedó confinado, por unos meses, al domingo. Finalmente, las oscilaciones del periódico monárquico y su españolismo cerril le llevaron a recuperar su lugar.

Hace pocos años uno dejó de comprarlo el domingo: demasiados suplementos insustanciales. Se quedó a solas con el del sábado pese a la liviandad de Babelia, ilegible en ocasiones.

Esta semana, la histeria en torno a la prima de riesgo y las especulaciones apocalípticas, que sólo alcanza uno a interpretar o en clave prointervencionista o en sensacionalista, han colmado el vaso. Se acabó. Au revoir...

17 de mayo de 2012

Minimización de la responsabilidad individual y capitalismo


El pasado 28 de abril, en El País, en un certero artículo, Vidal Folch, sin embargo, volvía a reiterar un "mantra" de la izquierda cuyo carácter dogmático está en el meollo de la incapacidad de ésta para acometer realmente -y no utópicamente- la transformación del orden social que pretende.

Escribía Vidal Flch:

"Diré una obviedad zizekiana: la culpa de la crisis no es la codicia ni la ambición individual ni el despilfarro o gasto excesivo de los ciudadanos, ni su codicia, que les ha llevado a estirar más la mano que la manga, a endeudarse, a querer disfrutar de bienes que el mercado le ofrece, y que ahora es justamente castigada. Porque el deseo de crecer más, tener más, obtener más, vender más, y comprar más, y poseer más, no son vicios particulares, sino el meollo mismo, el motor de nuestra civilización, o sea —me permito recuperar palabras en desuso— del sistema o sea del capitalismo. No es justo castigar a la gente por haber hecho lo que se le dijo que hiciera, y se le dijo por activa y por pasiva, en el discurso público y subliminalmente. Es injusto castigarla por los pecados del estamento político-financiero y sus predicadores (sn). Y de esta injusticia vienen todas las indignaciones públicas, en Barcelona y en Wall Street. Que fracasarán como anarquía insignificante si no se organizan para vertebrar una alternativa."

Es evidente que no es justo castigar al pueblo mientras mistagogos, embaucadores y capitalistas de todo pelaje continuan viviendo como siempre. Con todo, esto no es ninguna sorpresa: en cualquier crisis de reestructuración siempre han pagado los platos rotos (desempleo, agravamiento de las condiciones laborales, pérdida de derechos...) los mismos: los asalariados. Esto no es una novedad: es intrínseco al modelo económico capitalista.

Ahora bien, sí que es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros no ser lo suficientemente críticos como para no "haber hecho lo que se nos dijo que hiciéramos"; no ser lo suficientemente cautos, y más con lo que la historia nos ha enseñado acerca de la depredación capitalista. como para no habernos creído a pìes juntillas el relato del bienestar inagotable que los medios de comunicación y la izqauierda realmente existente nos vendieron; no ser lo suficentemente lúcidos como para reconocer que, en lo sustancial, el esquema del modo de prodeucción capitalista descrito por Marx en El Capital continúa siendo, a grandes trazos, válido para describir gran parte del estado actual de cosas.

16 de mayo de 2012

Batania sobre el 15M


Ya una vez uno dejó constancia de que Batania le parecía un analista más sólido del 15M que, por ejemplo, Zygmunt Bauman. Ahora, anoto su opinión acerca del estado actual del movimiento:

"Pero estoy bastante desanimado... no volví a Sol hasta las 23:30, a tiempo para asistir a la Asamblea, que comenzó a las 10:00 y se prolongó hasta la 1:45. Lo que vi no me gustó mucho: hemos perdido la potencia del disparo inicial, la gente se está (nos estamos) volviendo más egoísta, más calculadora y menos emocional.
Se dice, y se dice como acusación, que el 15M es emocional, que mucha alharaca y poco argumento, que mucha utopía comeflores y poco discurso. Esa crítica puede tener su pertinencia, pero mucho ojo: en el momento en que dejemos de ser emocionales, esto se acaba. Hace falta que seamos emocionales e inteligentes, entusiastas y firmes, apasionados y consistentes. Los cambios sociales consisten en eso. El problema que noté en la Asamblea de ayer es que nadie quiere exponerse demasiado, ya no hay esa pasión primera que respondía unánime cuando se nos pedía acampar o permanecer en la plaza. Ahora nos hemos vuelto hipercríticos: todo el mundo pone pegas y al final nos notamos la falta de entusiasmo y acabamos dispersándonos con los argumentos más variopintos y egoístas (yo el primero)".

Si es correcta la apreciación de Batania, uno insiste en que la apropiación izquierdosa del movimiento puede estar en la raíz de esta "dispersión". Ya lo dijo Ortega y Gasset: "No es esto, no es esto"...

15 de mayo de 2012

Sloterdijk, Klein y El País


Leyendo La doctrina del shock de Naomi Klein es indiscutible que, en un nivel superficial, los acontecimientos políticos y económicos de la crisis, tal y como se está narrando en los medios de comunicación de este país, parecen responder a una campaña orquestada por el capital para propiciar un estado de pánico generalizado en la ciudadanía que la deje inerte y sin capacidad de respuesta.

No es nada nuevo, en realidad. Los modelos marxistas han descrito hasta la saciedad el uso de la represión, la coerción y el miedo en cualquier proceso de reestructuración capitalista. Quizás el elemento que el marxismo no supo interpretar siempre adecuadamente fue el papel de los medios de comunicación en este proceso: no se limitan a ser agentes "al servicio de". Siguen, también, su propia lógica "interna".

El esquema de Sloterdijk, los medios como encargados de generar un estado de stress que promueva la movilización general, el estado de "guerra total", se aviene mejor con el papel que desempeñan actualmente que con el de simples "lacayos". Ahora, la coincidencia entre ambos papeles es notable y parecen servir al comportamiento descrito por Klein que, también, aceptaría cualquier marxista heterodoxo.

Pero los medios acaban socavando incluso la confianza de "quien les paga" siguiendo su propia lógica hasta el final. No hay más que ver las frenéticas portadas de la edición electrónica de El País en los últimos días. Es muy difícil sustraerse a la generación de adrenalina, de pánico, de alarma, que generan y que, seguro, no son las más adecuadas para aquello que "sus amos" directos esperan.

14 de mayo de 2012

Nueva novela de Esteban


Por correo electrónico recibo noticias de mi querido Esteban. Esta semana presentará su nuevo proyecto literario, 13.0.0.0.0 (theREVOLUTIONisNOW), en Madrid, concretamente el próximo jueves a las 20:30 en el ALFIL COMEDY BAR (Calle del Pez, 40 –Malasaña- Metro Noviciado).

Con el recuerdo del disfrute de La enfermedad del lado izquierdo, su anterior novela, cabe esperar lo mejor de ésta. A ver si viene por Barcelona y puedo ir a verlo en acción.

13 de mayo de 2012

El empeño en secuestrar el 15M


Del empeño en secuestrar el 15M por parte de la izquierda realmente existente, tan poderoso como el de la derecha en declarar su muerte por inanición, es buena muestra la actitud de Montserrat Tura, diputada al Parlament de Catalunya por el PSC, ex-consellera de interior y conspicua representante del sector pijo-catalanista-sociovergente de su partido.

Cuando en junio pasado los "indignados" le pintaron su blazer de moda durante los incidentes ante el Parlament, que los medios consideraron el fin del pacifismo del 15M,  no se cansó de hablar de "fascismo" y de amparar la comparación de lo sucedido con las prácticas nacionalsocialistas de "marcaje del otro". Bien. Ayer declaraba en el Telenoticies de TV3 que guarda en su casa la prenda como "recuerdo" de una protesta inadecuada en las formas pero verdadera en el fondo.

Ver para creer...

Nota: en la manifestación de ayer en Barcelona una gran parte de los prohombres de la izquerda realmente existente -incluida gente relevante del PSC-, hizo su acto de presencia. En humilde opinión de uno puede que sean, como todos, bienvenidos como ciudadanos pero poco más...

12 de mayo de 2012

¿De la indignación a la resignación?


Los hay que, de la actividad aparentemente inconstante y desestructurada del movimiento del 15M, infieren que la ciudadanía ha pasado de la indignación a la resignación.
Pudiera ser. Mas ¿y si la falta de actividad tangible del movimiento en los últimos meses se debiera a que ha sido fagocitado entre la izquierda realmente existente y los profesionales de la revolución y la mayoría ciudadana que lo respaldó se ha alejado momentáneamente a la vista del retorno a la vanguardia de la caverna izquierdosa?
Uno lo dice porque, por ejemplo, en las últimas reuniones intersindicales, las grandes corporaciones sindicales de clase, el trío CCOO, UGT, CGT, han aparecido no sólo como abanderados de las concentraciones de hoy, 12M, en conmemoración del 15M, sino como los grandes suministradores de tesis, ideas y lemas para esta cuando el 15M muchos de los que participaron hacían extensible su crítica del sistema político-económico a esos sindicatos "colaboradores" y hacían palpable su rechazo de la dogmática de la izquierda tan esclerotizada como la de la derecha.
No sé si se puede estar tan seguro que la indignación se ha transformado en resignación, ni tampoco de que la falta de confluencia del movimiento hacia alguna organización política (de la izquierda realmente existente, por supuesto) lo haya agotado. Más bien la mayoría social que manifestó su indignación la primavera pasada no pone sus esperanzas ni en el neoliberalismo periclitado ni en la izquierda sesentayochista sino en otra cosa...

10 de mayo de 2012

Ética, estética, educación y huelga


También en educación, ética y estética están íntimamente entrelazadas en algunos contextos. Si uno se fija en el currículum de los principales cargos del Ministerio de Educación de España tiene la sensación de que lo que chirría estéticamente no puede por menos que chirriar, después, éticamente. Escribe al respecto Xavier Massó en su Blog, altamente recomendable, por otra parte:

"El celo con que uno cuida ciertos sectores es sintomático de la consideración que le merecen. Siempre he pensado, por ejemplo, que el entrenador de un equipo de fútbol ha de ser un ex futbolista, y el director de un laboratorio de investigación, un científico. Y por eso me produce horror pensar en un curandero ejerciendo de director de un hospital, un parapsicólogo de profesor de filosofía, un ufólogo de profesor de física o un cronista local de profesor de historia.
Veamos en qué consideración tiene el gobierno de Don Mariano la educación y la enseñanza por la que tanto dicen inquietarse.
El ministro del ramo es sociólogo, antiguo empleado de Demoscopia, más aficionado a las encuestas que a la transmisión de contenidos. Entre otras perlas se cuenta su convicción de que las corridas de toros deberían ser patrimonio cultural de la humanidad.
La secretaria de estado de educación es investigadora. Especialista en reproducción humana asistida.
 El director general de profesorado proviene del gobierno de la comunidad de Madrid, donde ejercía de experto en transportes públicos e infraestructuras.
El presidente de la comisión de educación del congreso de los diputados es empresario turístico en Mallorca".

Para qué seguir...

Bajo el anterior gobierno del insigne ZP la cosa no era mucho mejor, seamos claros, pero uno esperaba, al menos, una corrección estética que tal vez les hubiera ahorrado esta huelga general en la enseñanza pública que estamos preparando.

La derecha parece no aprender. Fue toda una estética, la de Acebes tras los atentados del 11-M, la que les costó unas elecciones generales. No parecen comprender que la estética, en una sociedad del espectáculo, casi siempre es solidaria de una ética.

9 de mayo de 2012

Solzhenitsyn y el exceso (y VIII): una apostilla a E.H. Carr en defensa de Solzhenitsyn y la literatura


Con todo, para ser justos con Solzhenitsyn en particular y en cierto modo con "la literatura", hay que decir que si bien E. H. Carr resulta más mesurado y atento a los matices, menos maniqueo, más equilibrado y más satisfactorio cognoscitivamente hablando, no conmueve y puede acabar generando en el lector una actitud fría y distante, propia del erudito o del historiador. En este sentido teniendo en cuenta su oficio y propósito no cabe, en el fondo, semejante reproche en cuanto tal pero sí se convierte, indirectamente, en un elemento de defensa de la tarea del ruso.

Carr no oculta, en absoluto, la criminalidad del régimen de Stalin en La revolución rusa. De Lenin a Stalin, 1917-1929 pero su estilo académico es incapaz de transmitir la magnitud de la tragedia humana que desencadenó el régimen criminal de Stalin:

"Los horrores del proceso de colectivización, de los campos de concentración, de los grandes procesos teatrales, y de la matanza indiscriminada, con o sin proceso, no sólo de quienes se le habían opuesto en el pasado, sino también de muchos que le habían ayudado en su ascdenso hacia el poder, acompañados por la imposición de una ortodoxia rígida y uniforme sobre la prensa, el arte y la literatura, la historia y la ciencia, y por la supresión de toda opinión crítica, dejarían una mancha que no podrían borrar la victoria en la guerra o sus secuelas" (p220-221).

Y leído así, deprisa, en medio de una evaluación general a modo de conclusión sobre la revolución rusa a uno le parece que pocos pueden representarse, con esta parquedad de medios expresivos y la neutralidad de la breve descripción, algo del incomparable horror que destruyó las vidas de millones de seres humanos ni siquiera lejanamente. En eso Solzhenitsyn obtiene una ventaja incomparable y valida la comprensión del artefacto literario no sólo como instrumento de conocimiento vinculado a la verdad en el que tanto uno insiste en estas páginas, sino también como actante de una específica experiencia estética, como afirmaba Jauss, que es “tan efectiva como la intuición utópica y el reconocimiento retrospectivo, y completa el mundo incompleto, tanto al plantear futuras experiencias como al conservar las pasadas, que se perderían para la humanidad si no fuera por la literatura y el arte que las explican y las convierten en monumentos (...) En su aspecto comunicativo, la experiencia estética posibilita tanto el usual distanciamiento de roles del espectador como la identificación lúdica con lo que él debe ser o le gustaría ser; permite saborear lo que, en la vida, es inalcanzable o lo que sería difícilmente soportable; ofrece un marco ejemplar de relaciones para situaciones y funciones, que pueden adoptarse mediante una mímesis espontánea o una imitación libre, y, por último, ofrece la posibilidad –frente a todas las funciones y  situaciones- de comprender la realización en sí misma como un proceso de formación estética”(Experiencia estética y hermenéutica literaria, p32).


Gracias a Solzhenitsyn, más que a Carr, estamos en condiciones de acceder a la posibilidad de la experiencia de un sufrimiento oceánico, vasto e inabarcable, que, de otra manera, nos estaría vedado y tal vez no nos podría suficientemente en guardia contra los peligros de la utopía totalitaria.

6 de mayo de 2012

Solzhenitsyn y el exceso (VII): y sin embargo...


Y, sin embargo, esa excrecencia constitutiva que todo lo impregna puede llegar a parecer no sólo justificable, o comprensible, sino adecuada cuando en algunas magníficas páginas Archipiélago Gulag parece condensar, como pocos libros, la naturaleza del sistema totalitario.

Por ejemplo:

"Veamos ahora una imagen usual en esos años. Se estaba celebrando en la región de Moscú una conferencia distrital del partido. La moderaba el nuevo secretario del Comité Regional en sustitución del que habían encarcelado recientemente. Al final de la conferencia se adoptó una resolución de fidelidad al camarada Stalin. Como es natural, todos se pusieron en pie (como se ponían en pie, de un salto, cada vez que se mencionaba su nombre en el curso de la conferencia). La pequeña sala prorrumpió en «tumultuosos aplausos que desembocaron en una ovación».b Tres minutos, cuatro minutos, cinco minutos, y continuaban siendo tumultuosos y desembocando en ovación. Pero las palmas de las manos dolían ya. Se entumecían los brazos levantados. Los hombres maduros iban quedándose sin aliento. Se trataba de una estupidez insoportable incluso para los que adoraban sinceramente a Stalin. Sin embargo: ¿Quién sería el primero que se atrevería a parar? Habría podido hacerlo el secretario del Comité Regional, que estaba en la tribuna y que acababa de dar lectura a la resolución. Pero él era reciente en el puesto y estaba en lugar del encarcelado, ¡él tenía miedo! ¡En la sala había miembros del NKVD aplaudiendo de pie y controlando quién paraba primero! ¡Y en aquella pequeña sala perdida, sin que llegaran al líder, los aplausos hacía seis minutos que duraban! ¡siete minutos! ¡ocho minutos! ¡Estaban perdidos! ¡Eran hombres muertos! ¡Ya no podían parar hasta que les diera un ataque al corazón! En el fondo de la sala, por lo menos, entre las apreturas, se podía hacer trampa, se podía batir palmas más espaciadamente, con menos fuerza, con menos vehemencia, ¡pero en la presidencia, a la vista de todo el mundo! El director de la fabrica de papel del lugar, un hombre fuerte e independiente, de pie en la presidencia, era consciente de la falsedad de aquella situación sin salida ¡y sin embargo aplaudía! ¡Ya van nueve minutos! ¡Diez! Miró con desesperanza al secretario del Comité Regional, pero éste no se atrevía a parar. ¡Una locura! ¡Colectiva! Mirándose unos a otros con un atisbo de esperanza, pero fingiendo éxtasis en sus caras, los jefes del distrito aplaudirían hasta caer en redondo, ¡hasta que los sacaran en camilla! ¡E incluso entonces, los que quedaran no vacilarían! Y en el minuto once, el director de la fabrica de papel adoptó un aire diligente y se dejó caer en su asiento de la presidencia. ¡Y se produjo el milagro!, ¿adonde había ido a parar aquel entusiasmo incontenible e inenarrable? Todos dejaron de aplaudir de una sola palmada y se sentaron. ¡Estaban salvados! ¡La ardilla se las había ingeniado para salir de la rueda!

Sin embargo, así es como se ponen en evidencia los hombres independientes. De esta manera los eliminan. Aquella misma noche el director de la fabrica fue arrestado. Le cargaron fácilmente diez años por otro motivo. Pero después de firmar el «206» (el acta final del sumario), el juez de instrucción le recordó:

—¡Y nunca sea el primero en dejar de aplaudir!

(¿Y qué le vas a hacer? ¡Alguna vez hay que detenerse!)

Esta es la selección de Darwin. A eso se le llama agotamiento por estupidez." (p97-99).

Una ilustración ejemplar del funcionamiento del sistema totalitario y su asunción por los sujetos. Parecería que la literatura, de la mano de Solzhenitsyn, volvería a demostrar que, cuando se trata de captar la "naturaleza" de algo con la mayor cantidad posible de matices y detalles, no hay otro género discursivo igual.

Y sin embargo... ¿Es así? ¿Proporciona la literatura una aproximación más vívida, exacta y penetrante en la naturaleza del totalitarismo bolchevique que, por ejemplo, La revolución rusa del historiador británico E.H. Carr? ¿Se certificaría la admisión del exceso no sólo a modo de disculpa sino como logro del texto que, enfrentado a la monstruosidad debe tomarla sobre sí en cierto modo?

Tal vez Archipiélago Gulag, como mucha literatura, incluso "literatura canónica" produzca ese efecto de mayor penetración en las entrañas del ser que, por ejemplo, la parcial ciencia o la asbtracta filosofía. Empero, ¿a qué precio? Tal vez ¿al de despreciar justo esos matices que se supondría podría y debería preservar?

Pues de matices se trata.

El historiador Carr en su árida La revolución rusa no seduce con su plasticidad, ni cautiva con su simplicidad pero está atento a los detalles. Mucho. Atento a por qué no se puede equiparar tan fácilmente nazismo y bolchevismo pues, por ejemplo, los bolcheviques no aplicaron inmediatamente una políticia de ajusticiamientos masivos, como sí hicieron los nacionalsocialistas, ni tampoco prohibieron todos los partidos en cuanto tuvieron la oportunidad para instaurar su dictadura:

"Hasta junio de 1918 el tribunal revolucionario no pronunció su primera sentencia de muerte" (p35).
"La prohibición de los mencheviques fue levantada en noviembre de 1918 y la de los socialistas revolucionarios en febrero de 1919; y delegados mencheviques y socialistas revolucionarios intervinieron en las sesiones del Congreso Panruso de los Soviets en 1919 y 1920, aunque aparentemente sin derecho a voto" (p53).

¿Es una dinámica idéntica a la de los nazis y su implantación de una dictadura inmediata y el baño de sangre general como nos intenta convencer, con éxito en muchos momentos, Solzhenitsyn?

¿Dónde está la mayor penetración de la literatura, del escritor, en la realidad?

4 de mayo de 2012

Puntualizaciones en torno al concepto de "insurrección"


Helicópteros a medianoche en el cielo de Barcelona consumían las últimas partidas del medio millón de euros que ha costado el dispositivo policial (más de 8000 efectivos, al parecer) organizado para "proteger" a los directivos del Banco Central Europeo. No es necesario decir mucho más al respecto y la demagogia acaba aburriendo. Sí, me temo, vale la pena decir algo más en torno al valor de la "insurrección" de la que hablaba ayer.

¿Es intrínsecamente buena una situación insurreccional? ¿Hay en la nota que uno escribió una valoración positiva del deslizamiento de las expectativas de cada vez más asalariados hacia la confrontación? Francamente, no era la intención.

Insurrecciones ha habido muchas y más "negras" de lo que muchos quieren ver. Las insurrecciones militares abundan en la historia de la península ibérica. El nacionalsocialismo fue un movimiento claramente insurreccional. Que lo hayan sido revueltas anarquistas o comunistas no invalida el hecho de que, per se, la insurrección no es un valor ligado a la transformación del orden social. También puede estar dirigido a su conservación o reforzamiento.

La definición que da Maria Moliner recoge esta dualidad: "Acción de declararse en contra de la autoridad constituida y de luchar contra ella; particularmente, una colonia o territorio, o alguna parte del ejército: 'La insurrección se ha extendido al sur del país'. Alzamiento, levantamiento, rebelión, sedición, sublevación".

Únicamente, y sin ribetes apocalípticos, uno quería anotar que la cuerda se está tensando excesivamente por parte de aquellos que disponen de los medios de producción y que el desenlace puede ser perjudicial para más de los que algunos creen...

3 de mayo de 2012

¿Deslizamiento hacia la insurrección y la confrontación?


Tras una reunión de "negociación" en el Departamento de Enseñanza de la Generalitat uno ha salido con la sensación de que las posibilidades del deslizamiento de las clases asalariadas hacia la esperanza insurreccional se incrementan cada día que pasa.

He asistido, estupefacto, a un ejemplo de desmantelamiento del "Estado del bienestar" que dejará a interinos de más de 55 años a la intemperie. De nada han servido los razonamientos, las apelaciones al sentido común e incluso a la "humanidad" para suavizar la dureza de las medidas para con los afectados: la razón de Estado presupuestaria, vestida nacionalmente, ha sido inflexible. Incluso los sindicatos de clase, tan "colaboracionistas" de normal, han puesto el grito en el cielo. No era para menos. Su apuesta pactista se está convirtiendo, en semanas, en polvo ante sus ojos. Acabada la reunión, conspicuos representantes de estos sindicatos realizaban afirmaciones de tremenda radicalidad que seguramente se atemperaría con las horas pero que nunca antes había escuchado de sus labios.

A la salida, he caminado un rato por el centro de Barcelona para intentar calmarme y he visto a un grupo de jóvenes con sudaderas, capuchas, pasamontañas y mochilas, a pocas calles de donde los universitarios se concentraban para una manifestación. El grupo estaba escoltado por tres agentes de los Mossos d'Esquadra pero, ¡oh sorpresa!, estaban en pacífica y amistosa connivencia como he comprobado posteriormente: se hablaban entre ellos. ¿Qué llevaban en las mochilas? ¿Bibliografía secundaria? Uno de los encapuchados llevaba un pasamontañas con un símbolo anarquista. Y uno, que siempre ha menospreciado las teorías conspirativas y el papel de los "agentes provocadores" (por muchos que haya si eres inteligente y no caes en la provocación no consiguen sus objetivos), ha debido admitir que ahí estaban: preparados por si las cosas se torcían (o se enderezaban) y era preciso legitimar una actuación represiva.

Hace unos meses uno no habría dado demasiado pábulo a la hipótesis de la confabulación mediático-económico-represiva. No le era preciso al modo de producción para asegurar su mantenimiento. Ahora es una posibilidad a considerar. Lo cual significa que se perciben, claramente, los riesgos de que los asalariados se deslicen hacia posiciones insurreccionales siquiera como actitud de desesperación ante la magnitud y violencia del actual proceso de reestructuración del capital.

El riesgo de la confrontación existe. Las crecientes voces que se alzan (en los ministerios de Interior) solicitando la criminalización de la resistencia pasiva, el ejemplo de los estudiantes de Física que llevan desde la huelga general en prisión preventiva (una medida a todas luces desproporcionada), la insistencia en la desregulación de las condiciones laborales de los asalariados, la ferocidad de los "mercados", la voracidad de las grandes corporaciones y el volátil capital financiero, el empobrecimiento...

Cierto que, por estos lares, está listo el velo nacionalista para desenfocar las tendencias insurreccionales y que todo acabe en una confrontación en clave nacionalista (religiosa, por tanto) pero...

2 de mayo de 2012

Solzhenitsyn y el exceso (VI): la insoportable gravedad del ser


Con todo, los reproches que puedan, y deban, hacérsele a Solzhenitsyn no empañan la grandeza de la empresa que acomete Archipiélago Gulag. Resulta difícil, pese a todo, no atribuir sus deficiencias al exceso constitutivo que supone el horror estalinista o, para el autor, el terror bolchevique en su conjunto como núcleo del texsto. Puede, y debe, hacerse responsable de sus excesos a ese exceso inabsorbible del que intenta dar testimonio. ¿Quién, encarado con la experiencia del Gulag, no se hubiera dejado dominar por el exceso? Y aunque se puede oponer a Solzhenitsyn la mesura y el equilibrio de quienes como Levi o Kertesz padecieron la experiencia del Holocausto y en sus obras no cedieron al delirio báquico, no por ello resulta menos injustificable su escritura rendida a la desmesura. Quien esté libre de Gulag que tire la primera piedra...

¿Cómo no claudicar cuando los crímenes del totalitarismo bolchevique desbordan nuestros recursos digestivos? ¿Cómo no rendirse y dejarse llevar por el exceso cuando la crueldad y el crimen desbordan la medida humana?

El mismo autor se apercibe de este exceso pero es que siempre encuentra un quiebro ulterior por donde el sufrimiento se acrecienta, profundiza o refina un poco más.

"Observo ahora que estoy a punto de empezar a repetirme, que se me hará tedioso escribir y que tedioso será leer, puesto que el lector sabe ya lo que viene a continuación: que ahora los llevarán en camiones a centenares de kilómetros y después les harán cubrir a pie unas decenas más. Que allí inaugurarán un nuevo campo y que empezarán a trabajar desde el primer momento. Que comerán pescado y harina sazonados con nieve. Que dormirán en tiendas.

Cierto, eso fue lo que ocurrió. Pero antes, los primeros días, los instalarán en Magadán, en unas tiendas de campaña. Allí los comisionarán, es decir, los examinarán desnudos, y por el estado de su trasero determinarán su capacidad para el trabajo (a todos los declararán aptos). Además, como es natural, los llevarán al baño y les ordenarán que dejen en el vestíbulo sus abrigos de cuero, sus pellizas forradas, sus jerseys de lana, sus trajes de paño fino, sus capas caucásicas, sus botas de cuero y de fieltro (pues no se trataba de unos ignorantes campesinos, sino de la cúpula del partido: directores de periódico, de fábricas y consorcios estatales, funcionarios de comités regionales, profesores de economía política, gente toda ella que a principios de los años treinta sabía apreciar las buenas prendas). «¿Y quién va a estar aquí vigilando?», preguntarán escépticos los recién llegados. «¿Y quién va a querer estas cosas?», responderá el personal del baño fingiendo ofensa. «Entrad y lavaos con toda tranquilidad.» Y ellos entrarán. Y saldrán por otra puerta, donde les darán unos pantalones y unas camisetas de algodón ennegrecidas, chaquetas guateadas sin bolsillos —modelo campo penitenciario— y unas botas de piel de cerdo. (¡Oh, no es un detalle insignificante! Eso es tanto como decir adiós a la vida anterior, a los títulos, a los cargos, a la soberbia.) «¿Y nuestras cosas?», exclamarán.«¡Vuestras cosas se quedaron en casa!», les rugirá cualquier jefe. «¡En el campo ya no habrá nadavuestro! ¡Aquí en el campo hay comunismo! ¡Los de delante, en marcha!»

Si de comunismo se trataba, ¿qué podían ellos objetar? Al comunismo habían consagrado su vida..." (p676)

No hay consuelo, levedad o ironía que apacigue la gravedad del sufrimiento del cual el cronista quiere ser fiel transmisor. Por ello no hay tregua, límite, contención. Por ello el exceso todo lo domina.