21 de mayo de 2012

Recordando a Wolfgang Harich (I)


El otro día, en una comida antes de una asamblea, uno recordó la figura de Wolfgang Harich, un teórico marxista de la extinta DDR del que pocos se acuerdan. Simplificando, la tesis que le convirtió, aparte de su participación en actividades disidentes, en un intelectual non grato en su país y, en general, en el panorama del pensamiento marxista de los setenta, fue que la sociedad comunista no sería, jamás, una sociedad de la abundancia, sino más bien una sociedad de la carestía, de la limitación, de la moderación. En ¿Comunismo sin crecimiento? desarrolló esta afirmación que rompía con la premisa teleológica del "de cada cual según sus posibilidades y a cada cuál según sus necesidades" que presidía la rama dominante de la doctrina marxista.

Hoy día, cuando las izquierdas y derechas realmente existentes nos intentan someter a la estéril dilemática austeridad/crecimiento no estaría de más, como ejercicio literario y terapéutico, releer a Harich que, por cierto, tampoco era un ecologista banal al uso: no es por una deificación de lo "natural" que pone límites a las posibilidades productivas.

Mi amigo Xavier, en su Blog, recupera más ampliamente su figura en una reflexión no exenta de sentido del humor. Escribe Xavier:

"Harich llegó para desencantarnos. Para despertarnos del sueño dogmático particular en que más de uno anduvimos en otros tiempos. Se atrevió a decirnos que eso del progreso indefinido  acaso fuera una quimera; que el modo de producción socialista quizás fuera más justo que el capitalista, pero no necesariamente más productivo; y que la ubérrima sociedad prometida no iba a ser posible porque, entre otras minucias, los recursos naturales no eran ilimitados. Y el creciente nivel de consumo aconsejaba empezar a pensar con urgencia en una racionalización de su uso y explotación. Y la única solución a todo eso pasaba por el comunismo y acababla en él.

Salta a la vista que no podía ser demasiado popular.Ni más allá ni más acá del muro; ni en los setenta ni mucho después. Como alemán oriental que era, le tocó pasar una larga temporada en el correccional. Ni Ulbricht ni Hoenecker eran tipos que se anduvieran con demasiadas contemplaciones. Aquí, la izquierda simplemente le ignoró: conais pas!

Tampoco hoy en día Harich está de moda. Era un marxista serio, lo cual ya es de por sí un  inconveniente insoslayable. Y además tirando a pesimista. Un cenizo, vamos."