19 de mayo de 2013

Crónica de la Nueva Edad (19/05/2013)


El secesionismo, visto desde la proximidad, no muestra una cara tan estereotipada como en ocasiones parece observarse desde más allá del Ebro.

Por ejemplo, tenemos a Alfred Bosch, parlamentario de las Cortes Generales que parece intentar realizar un esfuerzo de racionalidad y diálogo en la más pura tradición liberal. El señor Bosch afirmaba el otro día:

"Hay una frase de Gandhi que hemos de tomar muy seriamente. Dijo: 'Los hindúes ganaremos cuando hayamos ganado el corazón de los ingleses'. Y esto creo que lo podemos aplicar, no al gobierno español, sino a la gente. Cuando ganemos el corazón de los españoles, habremos ganado. Será la prueba del algodón, el barómetro para decir 'ya hemos llegado'. Y también será la garantía de convivencia que necesitamos para hacer que triunfe y prospere nuestro proyecto de libertad" ("Hi ha una frase del Gandhi que ens l'hem de prendre molt seriosament. Va dir: 'Els indis guanyarem quan haguem guanyat el cor dels anglesos'. I això crec que ho podem aplicar, no al govern espanyol, sinó a la gent. Quan guanyem el cor dels espanyols, haurem guanyat. Serà la prova del cotó, el baròmetre per dir 'ja hi som'. I també serà la garantia de convivència que necessitem per fer triomfar i prosperar el nostre projecte de llibertat.").

Y al lado de este aparente esfuerzo, un tal Pere Cardús, en sus indigestas columnas en el medio que dirige el gran Vicent Partal, lo deja pequeño. En una de las últimas, propone una serie de medidas contra la "guerra sucia" que el CNI ya ha desatado contra el proyecto secesionista y utiliza un vocabulario que tiene su qué muy cercano al totalitarismo:

"El peor agente secreto no es elq ue actúa como un unionista, sino aquel que se ha infiltrado y se viste de independentista. Por eso es muy importante desconfiar de quien fomente la división y el recelo entre los propios. La crítica es muy positiva; la autocrítica, aún más; pero la beligerancia entre gente del mismo bando es un lastre muy pesado que es preciso evitar. Por eso mismo se han de identificar aquellos que siempre están en medio de las divisiones y escisiones perpetuas del independentismo y analizar su comportamiento. No quiere decir que sean agentes de nadie, pero pueden ser elementos tóxicos fáciles de utilizar por parte del adversario en un momento determinado" ("El pitjor agent secret no és el que actua com un unionista, sinó aquell que s'ha infiltrat i es vesteix d'independentista. Per això és molt important de malfiar-se de qui fomenti la divisió i el recel entre els propis. La crítica és molt positiva; l'autocrítica, encara més; però la bel·ligerància entre gent del mateix bàndol és un llast molt feixuc que cal evitar. Per això mateix s'han d'identificar aquells qui sempre són enmig de les divisions i escissions perpètues de l'independentisme i analitzar-ne el comportament. No vol dir que siguin agents de ningú, però poden ser elements tòxics fàcils d'utilitzar per part de l'adversari en un moment determinat.").

El problema, en la modesta opinión de uno, es que la hegemonía en el movimiento secesionista está más próxima a las tesis del modelo Cardús que a las del modelo Bosch.