30 de junio de 2013

Crónica de la Nueva Edad (30/06/2013)


Xavier siempre ha sostenido que el independentismo era una especie de "género literario". Uno nunca acabó de tomarse en serio esta apreciación pero cada vez más empieza a parecer verosímil. ¿Y si hubiera sido un "género literario", una toma de posición estética, una retórica, que los actores de la política catalana y una buena parte de la sociedad civil catalana se están creyendo, se están tomando en serio hasta el punto de acabar confundiendo la ficción literaria con la tozuda realidad de los hechos y aspirando a torcer ésta por la fuerza de aquélla?

Esta posibilidad explicaría algunas de las incoherencias y absurdos que estamos viviendo últimamente por estos pagos. Por ejemplo, el espectáculo de la confusión de la Administración catalana que, debiendo ser el germen del nuevo Estado, está caminando hacia el modelo "cortijo" andaluz, la desregulación, la desfuncionarización, el nepotismo, el clientelismo y su propia condición de tal... ¿Qué estado puede funcionar en la Europa actual si abdica de sus principios básicos (procedimientos, normatividad, jerarquización administrativa, publicidad, mérito y capacidad, etc.) y crea unas microestructuras desquiciantes en las que se mezclan elementos de neoliberalismo dogmático, paraíso fiscal y cultura de botigueta?

También ayudaría a explicar la indiscutible hegemonía del discurso secesionista mayor que la que tuvo el nacionalismo vasco en su momento. El relato literario falaz, simplista y demagógico se ha impuesto con claridad no al unionista, igualmente simplista, falaz y demagógico, sino al sentido común y al punto de vista racional y razonable, de la misma manera que el mito domina con facilidad a la filosofía en la mayoría de las ocasiones en que se encuentran.

¿Puede la literaturización modelar la realidad y doblegarla? El ejemplo de cómo la narrativa nacionalsocialista o la cristiana, salvando las distancias (que existen y son muy pronunciadas), lograron aplastar a la República de Weimar o al Imperio Romano, muestran que, efectivamente, los cuentos de hadas atesoran una capacidad revolucionaria nada desdeñable.

P.S: el "Concert per la llibertat" que anoche llenó el Camp Nou fue un nuevo éxito secesionista pero, francamente, aleja a algunos de nosotros del proyecto. Si la música dominante en la Catalunya independiente ha de ser esa mezcla de Llach, Maria del Mar Bonet, Dyango, Paco Ibañez y Peret casi que uno se baja pero no por motivos políticos sino estéticos...