13 de octubre de 2013

Escribe Adorno


"Aquellos cuya función consiste en la delación y la difamación y en venderse a sí mismos y a sus amigos al poder no necesitan para ello ninguna astucia ni malicia, ninguna organización planificada del yo, sino que, al contrario, no tienen más que abandonarse a sus reacciones y cumplir sin reparos con la exigencia del momento para llevar a cabo, como si de un juego se tratara, lo que otros sólo puede n hacer después de  profundas reflexiones. Inspiran confianza mostrándola a su vez. Están pendientes de lo que puede sobrar para ellos, viven al día y se hacen recomendar como personas exentas de egoísmo a la vez que como aprobadores de una situación que ya no permitirá que les falte nada. Como todos ellos se dejan llevar sin el menor conflicto únicamente por su interés particular, éste aparece como interés general y en cierto modo desinteresado. Sus gestos son francos, espontáneos, gestos que desarman, pero que también son, los amables como los ásperos, sus enemigos. Como ya no tienen independencia para desarrollar ninguna acción que sea opuesta al interés, dependen de la buena voluntad de los demás y asumen incluso esa dependencia de buen grado." (Minima moralia, trad. de J. Chamorro, p217-218).

Habla de los intelectuales al servicio de los grupos dominadores. Y uno se pregunta, ¿no cabe reconocerlos en los medios al servicio del proceso de transición nacional catalán, en las tertulias de la caverna madrileña, en todas las cadenas de televisión y en casi todas las columnas periodísticas al lado de los simples y puros agentes propagandistas herederos del Promi de Goebbels y Fritzsche?