11 de octubre de 2013

"La cabellera de la Shoá" y "Del Tercer Reich"


Tardes dedicadas, tras el trabajo, a leer La cabellera de la Shoá de Félix Grande, con el resto de su obra poética llamando a las puertas pero sin lograr pasar de fragmentos aislados. El largo poema me ha parecido, al tiempo, ajeno, por la distancia estilística que lo separa del gusto habitual de uno y por el uso -clave- del concepto de "Shoah" en vez del de "Holocausto", pero también vecino porque el pathos profético, la letanía y ciertos conceptos y principios morales no están muy lejos de Del Tercer Reich.

Los elementos de letanía y el pathos profético acercan ambos textos, quizás conscientemente en el caso de Grande, involuntariamente hasta dónde uno recuerda en el caso de Del Tercer Reich (véanse "Enigma" o "Las marchas de la muerte"), mas tal vez escatología y letanía sean inseparables del tratamiento poético del suceso y eso lo explique. Pero también hay algunas comunidades conceptuales que contribuyen a que la diferencia estilística no le aboque a uno a la lejanía.

Para Grande, como para Del Tercer Reich, el Holocausto, la Shoá, constituyen una hendidura axial en la historia:

"Mil novecientos cincuenta kilos de pelo de mujer / partiendo en dos mitades la historia de la Historia"

"Sobre todo, el destino histórico de una civilización afectada por un tajo axial en su devenir, / alterada por un acontecimiento, suma de acontecimientos, que ha convertido en pesadilla su propio sueño / y ha marcado con una deuda inconmensurable su existencia."

Para ambos textos, el conocimiento de lo sucedido es la precondición indispensable de cualquier posibilidad de evitar la repetición de lo acontecido:

"Contemporáneo: en esta cabellera / está escrita la redención. Sin mirarle sus hebras, / sin lamerlas, sin lagrimarlas / el futuro caerá desmoronado / como un saco de pus."

"Algo parecido ocurre con el Tercer Reich, sólo que muy pocos desean / invertir un mínimo desplazamiento de la aguja en acorralar su torrente. // La solución no está, evidentemente, en el número siguiente. / Ni en todos los sucesivos ejemplares podría esbozarse lo que es irresoluble de tan complejo. // Casi nadie advierte hasta qué punto puede ir su vida, y la vida futura, / vinculada al trabajo de desentrañar ese enigma."

En los dos puede encontrarse una centralidad del "nombre", tropo de la inconmensurabilidad de lo acontecido y, a la vez, sin embargo, medio de acceso privilegiado al exceso desmesurado:

"¡Ah los nombres, luminarias de lo misterio, grietas de luz sobre la obcecación del muro tinieblo de vivir!"

"¿Por qué no? / Si conservamos la huella del duelo que algunos nombres llevan, / si dejamos supurar la deuda evitando su olvido,"

Y, por supuesto, la huella del miedo:

"Miedo y rabia y conciencia /sean tus troneras y tus credenciales."

"Miedo. / Tan intenso que casi podría decirse, / como del ser hegeliano, / “puro miedo, / sin ninguna otra determinación”. / Miedo, nada más que miedo. / Miedo y nada."

Seguramente habrá más espacios comunes pero, en las dos lecturas de estos días, estos le han parecido a uno especialmente próximos.