15 de mayo de 2014

"Otro" viaje a Italia (IX): Distancia histórica


20 de julio de 2012.

Por la mañana paseo y visita dirigida exclusivamente al Ponte Vecchio y los alrededores del Arno en ambas orillas sin bajar a las improvisadas "playas" casi todas propiedad de clubes privados. Pese a que bajamos relativamente temprano el puente rebosa de turistas hasta el punto de que cabe dudar de si podrá aguantar tanto peso en continuo tránsito y tantas joyerías atiborradas de oro labrado.

Buscando un restaurante nos encontramos con uno chino a escasos cien metros del Duomo que nos produce una impresión ambigua: los efectos estéticos de la globalización no son, en general, demasiado agradables.

A primer ahora de la tarde la hermosa Basilica de la Santa Croce con su arquitectura gótica y su blanca fachada que produce una ilusión de serenidad cuando el sol comienza a retirarse vista desde la Piazza ante la que se alza. Anota uno que la iglesia franciscana fue designada como "Basílica" por Pio XI y Mussolini y que así consta en el templo todavía. La visita se prolonga porque además de las obras de arte, atesora una gran cantidad de tumbas de personajes célebres en la historia de la península itálica hasta el punto que también se la conoce como "Panteón de los artistas". Entre los enterrados que encuentra uno, Michelangelo, Galileo y Macchiavelli (que resulta curioso considerar como "artista"). Entre los objetos artísticos destacados, uno que nos retrotrae hasta nuestra adolescencia: la Crucifixión de Cimabue, pintado a finales del s. XIII y que, recordamos, estudiamos en Historia del Arte del Curso de Orientación Universitaria como una de las primeras obras renacentistas del considerado maestro de Giotto, aunque ahora, ante nuestros ojos, los restos conservados parecen más espléndidamente deudores del arte bizantino que precursores del renacimiento; y otro prodigioso: la capilla Pazzi de Brunelleschi que produce una impresión de armonía, de sobriedad a la que quizás no sea ajeno el hecho de que, al parecer, utilizó la proporción áurea en el diseño de la planta y la fachada.

Entre ambas, nos impresionaron otra Crucifixión, esta vez de Donatello y los altares de Vasari. En cambio, la enorme estatua de Dante (inaugurada en 1865) que preside el lateral izquierdo de la fachada nos dejó más bien fríos.


Por la noche, en el apartamento, la lectura de Gracián ahonda la sensación de "distancia histórica" que Cimabue había erigido. No sólo por los ideologemas utilizados o por el castellano antiguo sino, especialmente, por los elementos formales del repertorio de los que se sirve (profusión de ejemplos, escasez de descripciones...) que dificultan la asimilación de la obra a las tipologías de género que acostumbramos a usar. Por unas horas uno tiene la impresión de estar a la vez más allá y más acá de su propio tiempo...