3 de junio de 2014

De distracciones, pseudodebates, formas y contenidos


Repetidamente ha dejado uno constancia por aquí de que el nacionalismo, en cualquiera de sus variedades, no es sino otra clase de "opio del pueblo", como la religión, que distrae de la Causa General de la emancipación de la humanidad - una Causa que, por cierto, no es Una, evidentemente - y que ha sido utilizado reiteradamente por los grupos dominantes para perpetuar su ejercicio del poder y la coacción. La lucha nacional apenas conlleva ningún avance reseñable en este camino, en la modesta opinión de uno. Otra cosa es que esta "Gran Causa" máximamente universal deba ser el eje de la actividad ética y política.

Con el debate que se abre estos días en España entre República y Monarquía pasa más o menos lo mismo: no parece que las energías que cabe emplear en conseguir la sustitución de un régimen dinástico por otro democrático representativo suponga, realmente, un paso adelante en la lucha contra la opresión y la explotación de los asalariados por parte de aquellos que detentan el capital. A los hechos históricos cabe remitirse con los múltiples ejemplos de países occidentales en los dos últimos siglos. Puede que en el XVIII fuera un incontestable "progreso". Hoy día tiene uno la impresión de que es un pseudodebate, una distracción más que aleja de las reformas en profundidad del sistema de representación política y la organización de las formas de resdistribución de la riqueza que demanda una elemental justicia social.

La forma puede no ser un mero ornamento y, en ocasiones, es indiscernible del contenido. Las formas son estéticamente relevantes y éticamente también: no hay estética sin una cierta ética y al revés. Cierto. Derrida nos ha enseñado mucho al respecto. Con todo, cabe mantener rigurosamente la pertinencia de la distinción entre contenido y forma, entre nuclear y accesorio, entre substancial y secundario: en tretra brik, envase de plástico o en botella, es muy importante, decisivo, el líquido que haya dentro.

Xavier, como siempre, ha expuesto lo fundamental en esta falsa disyuntiva mejor que lo haría uno.