2 de julio de 2014

Eduardo y la "Mannschaft"


Ayer a uno le hubiera gustado dejar siquiera algunas impresiones sobre el rato que pasó con Eduardo Moga la tarde del lunes. Al menos para adelantarse. Mas está visto que eso no es lo mío y que cabe irse resignando a que otros digan antes y mejor lo que uno tenía previsto poner negro sobre blanco (o lo que sea hoy día): en ocasiones es un problema de tiempo libre; a veces son imprevistos que acontecen sorpresivamente y, otras más, la mezcla de falta de ambos más algún inaprehensible cúmulo de acontecimientos cuyo devenir ha pasado desapercibido y que irrumpen en el instante menos oportuno. Este fue el caso de ayer: reuniones, problemas y trabajos que se creían concluidos y que resulta que no lo estaban se conjuraron para evitar que pudiera escribir una sola línea. Hoy, de camino al inicio del periodo vacacional dispone uno, por fin, de algo de espacio y de unos minutos así que no hay que dejar pasar la ocasión de consignar por aquí, para cuando apenas lo recuerde, que el encuentro fue agradable, placentero e interesante y que Eduardo podrá ser un gran poeta, que lo es, pero tiene uno la impresión de que su calidad humana no desmerece en absoluto a su dimensión como escritor lo cual, dicho sea de paso, no es poco: es más, acostumbrado como se está a la distancia entre la obra y la persona, sideral en tantos ejemplos, que entre la escritura de Eduardo y la persona que apareció ante mis ojos antesdeayer haya tanta cercanía le reconcilia a uno con la ciudadanía de la República de las Letras y sus habitantes. Espero que los años venideros nos den la oportunidad de cruzarnos lo suficiente como para cultivar una relación que aniticipa una valiosa imbricación entre literatura y humanidad: rara avis. De momento el próximo lunes presentará el poemario Dices "-en realidad, un solo y extenso poema-" en la librería Libros en Su Tinta, de Barcelona a las siete y presentado por Rafael Mammos. A ver si consigue uno aparecer...

Por la noche, en casa, en paz con los poetas y la poesía gracias a Eduardo, hubo un segundo armisticio con el hostil mundo humano: tras las insoportables victorias de Holanda y Brasil, la Mannschaft, aun a costa de la generosa Argelia, dio un paso más en su camino hacia el "maracanazo" que debería dar. La esperanza es lo último que se pierde...