18 de junio de 2015

La centenaria lucha contra la enseñanza memorística

 


Esta lucha, protagonizada preferentemente por adolescentes mentales y románticos de múltiples cuños, lleva al menos cien años de historia:

"A los padres les parecía cosa inmoral que los hijos rechazasen los valores de la sociedad en la que ellos habían peleado para ganarse un nombre. Una vez que habían logrado establecerse dentro del viejo orden, los padres eran sus más empecinados defensores y hacían todo lo posible a fin de refrenar los ímpetus renovadores de la generación más joven. De esta manera, por lo menos, es como los jóvenes estetas vieron el sistema educativo, cuya dieta de enseñanza, desconectada de la vida, les proporcionaba fatiga y aburrimiento constantes. Para huir del mundo de «los negocios son los negocios» acudían a los cafés que frecuentaban los artistas, donde hallaron una vitalidad y una espontaneidad de expresión personal que estaban completamente ausentes de su educación memorística" (La Viena de Wittgenstein, trad. Ignacio Gómez de Liaño, p 55).

Afortunadamente la contienda no la han ganado todavía estos adolescentes (algunos ya ancianos)  que dicen llevar la imaginación y la creatividad por bandera y desean borrar la "memorización" de la faz de la enseñanza.

Probablemente para implantar "su" memoria, eso sí.