21 de septiembre de 2015

Sueño y delirio del "Internet de las cosas"


El "Internet de las cosas" es un proceso en marcha del que, como de cualquier acontecimiento o serie de acontecimientos susceptible de ser modelizada, puede postularse un ideal regulativo que, rápidamente, se transforma en sueño al hipostatizarse por su uso ideológico y trocarse en pesadilla. Así, el propósito de interconectar los dispositivos mecánicos (y quizás incluso en un futuro los biológicos mediante la nanotecnología) ha dado origen a un horizonte del que ya se habla: la digitalización de lo real, la subsunción de lo real a lo digital. Un sueño que es, para algunos, sueño de dominación y para otros, los más, pesadilla de dominados.

Ahora bien, de la misma manera que el proceso de subsunción de lo real al capital descrito por Marx sigue en marcha y tras décadas sigue presentando lagunas, deficiencias, resistencias y vaivenes hasta el punto de que quepa más pensarlo como tendencia que no como realización integral y total, convendría aplicar las mismas reservas a ese escenario futuro dibujado de digitalización absoluta y no dejarse llevar por la dinámica sueño/pesadilla y entrar en su territorio de juego proclamando el apocalipsis o la utopía.

Gracias a lo que sea, como acostumbra a pasar, todo será menos ideal y más sórdido y, por supuesto, además fallará.

Nota: hace algunos meses, en El País, se recogían las críticas al utopismo cibernético del ciberactivista Jaron Lanier y del heideggeriano Byung-Chul Han. La conclusión del articulista, César Rendueles, no podría ser, en la modesta opinión del que escribe, más adecuada: "Los textos de Lanier y Han coinciden en emplear un tono futurista, repleto de neologismos, para plantear propuestas más bien tradicionales. Lanier desarrolla una crítica convencional de la concentración monopolista y de las limitaciones del paradigma schumpeteriano. Han reivindica un comunitarismo vinculado a los valores lentos de la tierra y el campesinado, cercano al último Heidegger. Del mismo modo, ambos coinciden en presentar sus propuestas en términos profundamente acontextuales. Lanier escribe como si el keynesianismo pudiera resumirse en un protocolo de computación y tuviera una relación anecdótica con las brutales luchas políticas que rodearon su implantación histórica. Leyendo a Han parece como si la tecnopolítica neoliberal fuera un episodio de la historia de la metafísica como olvido del ser. En ambos casos el capitalismo resulta sospechosamente plano, privado de relieve sociológico, histórico o institucional"