29 de septiembre de 2017

Contener el aliento

Semana de pasos medidos, cautelas y muchos momentos de circunspección. Ruido desmesurado, miedos susurrados, entusiasmos desbordados y ciclotimias diversas: espera ante el apocalipsis redentor para muchos, aniquilador para otros y cansino para quien escribe. Ahora a contener el aliento durante las próximas 72 horas con la vista puesta en Declaraciones Unilaterales de Independencia y artículos 155 entre otras lindezas: 72 horas en las que las posibilidades del deseado martirio crecerán exponencialmente. Contener el aliento para que el muerto (o los muertos) con el que sueñan los extremistas sonrientes y extremistas constitucionales, ese muerto que decidiría la situación y evitaría la instalación del Día de la Marmota entre nosotros, siga siendo eso, un delirio. Gracias Bill Murray...

23 de septiembre de 2017

La inadvertida pendiente totalitaria

Estos días, incluso mis amigos y conocidos secesionistas han entrado, unos conscientemente y la mayoría - creo - inconscientemente, en la espiral señalatoria: interpelar, identificar y señalar. Es difícil saber si es una caída o un ascenso, si se sube trabajosamente o si se desciende fácilmente. Pero uno está persuadido de que cuando en la vida social se distingue y se marca, verbalmente o simbólicamente, la pulsión totalitaria ha avanzado un paso. Nada más que un paso. Y sin embargo, nada menos.

No debe hacerse de ello una interpretación hiperbólica al modo de cualquier tertuliano de tres al cuarto pero tampoco puede minimizarse en modo alguno amparándose en "la represión" si se pretende mantener la superioridad moral de una opción política.

P.S: Por otro lado, en el sobrevuelo bajo de un helicóptero "Delfín" de la Guardia Civil y de otro de la Policía Nacional esta mañana durante más de media hora, es difícil no ver una exhibición innecesaria que, a ojos de mis exasperados amigos secesionistas, no puede ser sino "provocativa". Incluso a uno le cuesta...

21 de septiembre de 2017

Jornada de ira

Ayer, en Barcelona, jornada de sobeexcitación, histeria, ansiedad y mucha ira, reverberada por los medios de comunicación, para miles de secesionistas incluidos algunos amigos y conocidos. Día de representaciones, coreografías y montajes variados encaminados a exhibir la retórica de una revolución pacífica violentamente sacudida por la brutalidad militar española. Jornada de apelaciones y exigencias, de requerimientos para abandonar cualquier equidistancia y distinguir netamente a los "buenos" catalanes de los fascistas. También por parte de varios de estos amigos y conocidos, impacientes, estresados e incapaces de soportar cualquier actitud crítica o, simplemente, cualquier tibieza o matización que se evada del maniqueísmo reduccionista: no hay diálogo racional posible, sólo exaltación, identificación, alineamiento y furia. El riesgo de fractura social "real", de auténtica división fraternal, se acerca rápidamente...

P.D: en una escuela, se interrumpieron las clases para que los niños de primaria entonaran Els segadors, pintaran una bandera catalana y se gritara contra las "fuerzas de ocupación"...

13 de septiembre de 2017

Flexibilidad e intransigencia

En el sentido en el que se hablaba el otro día, uno diría que, dado el actual predominio de las actitudes flexibles y las fronteras lábiles, en el ámbito de la moralidad individual sería preferible mantener la intransigencia en la valoración como ideal regulativo. Si en el ámbito de lo político y de la moralidad social, ésta podría limitarse a ciertas "líneas rojas" mayoritariamente consensuables y fomentar la tolerancia como eje de la convivencia, en el de la conciencia subjetiva tal vez ahora debería aspirar a evitar dobles raseros y excepciones a la norma a fin de preservar, en la medida de lo posible, el "trabajo de lo negativo", el ímpetu necesario de la negación, salvaguarda de la posibilidad de la libertad.

Y también por ello, en una situación de dominio del totalitarismo en lo político y en la ética social quizás debería cultivarse, por contra, la flexibilidad axiológica.

Un asunto, en realidad, de puro y simple sentido común...

11 de septiembre de 2017

Sorprendente

No deja de serlo el hecho de que, tres semanas después de los sucesos de Barcelona y Cambrils, apenas se haya sometido a crítica, o cuanto menos discusión, la actuación de los Mossos d'Esquadra al abatir a los yihadistas. Uno está completamente persuadido de que si la acción la hubiera llevado a cabo la Guardia Civil o si los tiroteados hubieran sido ciudadanos comunitarios nos las veríamos ante otro escenario bien distinto en el cual proliferarían interrogaciones y acusaciones. Y más sorprendente todavía que el silencio predomine entre aquellos que, por ejemplo, hace unos años denunciaron las "ejecuciones" de Jon Erezuma y Joan Carles Monteagudo tras el atentado de Vic. El doble rasero y la flexibilidad moral hace tiempo que dejaron de ser patrimonio exclusivo de conservadores y reaccionarios...

6 de septiembre de 2017

"Rememoración" que ya no es "Rememoración"

Rememoración dejó de existir como tal hace un par de meses tras las observaciones que Agustín Calvo Galán y Esther realizaron respecto a la pertinencia del título. Sus lecturas, además, me persuadieron de la conveniencia de repensar el libro en su conjunto así como algunos detalles: de revisar la propia "primera versión". Ayer por la tarde, en una plaza del Sol tranquila al principio y ruidosa al final, Eduardo Moga tuvo la paciencia de destripar uno a uno los poemas contenidos en él y de soportar estoicamente el aspecto de nuestras insólitas figuras detenidas ante unos papeles, lápiz en mano, en un espacio de cervezas, galanteos, músculos tatuados, faldas cortas y charlas veloces. Los analizó cuidadosa y pacientemente, sopesó y valoró con su habitual eficiencia crítica aciertos y errores y aconsejó con buen gusto y prudencia. En este tránsito hacia otras formas de escritura poética en el que uno se embarcó hace algún tiempo no podría haber encontrado quien cumpliera mejor con ese virgiliano papel. Gracias Eduardo.
Al libro que se llamó Rememoración le queda, todavía, bastante camino. Afortunadamente, no hay prisa...

1 de septiembre de 2017

Torpeza

Llueve sobre Barcelona. El aguacero de media mañana me obliga a caminar encorvado desde la oficina al metro. Hay que proteger Signos junto al camino, el regalo de los niños por mi aniversario, que sólo fue abierto hace un par de días y todavía parece inmaculado luciendo su blancura, sus lomos firmes y sus tensas páginas ocres. El descoyuntado paraguas deja pasar casi tanta agua como detiene. Al bajar el tramo de escaleras intento cerrarlo pero sus varillas dobladas no se pliegan uniformemente y en el forcejeo el libro abandona la protección de mi desmejorado biceps. Aunque alargo los brazos no consigo retenerlo y cae rodando hasta el vestíbulo donde queda extendido. La mirada suspicaz y escéptica de Ivo Andric en la portada parece contemplarme, entre enojado y atónito, desde el suelo. Se me escapa un buen reguero de maldiciones que acompañan al rubor que progresa por el cuello. Lo recojo, vuelvo atrás para hacer lo propio con el estúpido paraguas mientras un par de señoras miran y sigo con mis imprecaciones en voz alta. ¿Por ver las manchas y las huellas de la humedad en el libro antes impoluto? ¿Por la reprobatoria expresión que le podría atribuir a Andric? ¿O por la evidente torpeza del tiempo transcurrido?